ALEJANDRA CHAVARRÍA
A diferencia de los días anteriores, este se caracterizó las capas de plástico azul con las que los asistentes se cubrían de la lluvia…
La banda que abrió el escenario principal fue Los Rastrillos; el reggae mexicano se apoderó de esa zona, la gente no paraba de bailar y corear sus canciones, mientras que en el escenario Unión ya se preparaban los españoles de Standstill.
“¿Cómo estáis? Nos da gusto estar aquí y tocar ante 80 mil personas”, dijo a manera de broma Eric Montefusco, vocalista de la banda, porque no eran esa cantidad de personas, pero la energía de la agrupación daba para eso y más. “Que no acabe el día” fue la canción con la que abrieron, aunque en su repertorio no podía faltar “Adelante Bonaparte”, canción con la que los asistentes corearon, gritaron y siguieron el compás de los guitarrazos con las palmas. Entre más energía y ambiente había, la lluvia se intensificaba; muchos de los seguidores de la banda tuvieron que correr a buscar un lugar para no empaparse totalmente, entre ellos yo.
En el mismo escenario, veinte minutos después se presentó Amandititita, pero como la lluvia continuaba sólo escuché “Güera Televisa” desde la sala de prensa. Ahí los regios de Clubz hicieron comentarios acerca de los proyectos que tienen en puerta y que serán publicados en los próximos meses. También hablaron de las colaboraciones con Little Jesus en su reciente EP, Texturas. Los han los etiquetado con frases como “Suenan a Luis Miguel”, “suenan a Miranda”, “tocan pop ochenteno”, “son como pop-rock”, tal vez sea porque, como lo dijo Orlando: “Tenemos una variedad de gustos que van desde los setentas hasta los noventas; tratamos de absorber lo mejor de diferentes generaciones”.
La lluvia seguía y seguro allá afuera el ánimo no decaía. La siguiente banda en conferencia fue Sangre Maíz; tres chilangos y una chica de Guamuchil que intentan hacer del reggae una plataforma para la protesta social. Guiados por la autogestión, esperan que en algún momento el movimiento se unifique para que se pueda dar un “circuito nacional de reggae”, ya que como mencionó el bajista Olmo, “no hay referencias claras para la nueva generación que quiere adentrarse a este género”.
Una vez que volví a entrar en calor, corrí hasta la puerta 9 del Foro Sol para ver a La Bien Querida. A pesar de los recurrentes problemas con el audio –incidente que se dio en casi todos los escenarios–, dio un show excelente, lleno de riffs que rememoran al post-punk y el synth-pop. “Hechicera”, “Mil Veces” y “A veces ni eso” sonaron en voz de la camaleónica Ana Fernández-Villaverde.
A correr de nuevo, porque era momento de rendirle pleitesia a su Majestad Imperial, Silverio y “Bailar con el perro”. La sorpresa de la tarde fue ver a la extravagante Laura León, mejor conocida como “La Tesorito”, compartiendo escenario con él. Fue un momento peculiar, entre opiniones divididas acerca de ese dueto; sin embargo, fueron más los que se dejaron llevar mientras acompañaban el famoso coro de “Suavecito, suavecito-o-o-o”.
El exhibicionismo de “Su Majestad” no se hizo esperar, pues conforme el ánimo aumentaba, la ropa iba sobrando y la características truzas imperiales color rojo quedaron al descubierto. Incluso varios “aborígenes” –como llama Silverio a sus seguidores– siguieron sus enseñanzas y a ritmo de “Salón de belleza” mostraron frente a las pantallas sus partes ya no tan íntimas. Baile y mucho “bombeo” fueron parte de la presentación del intérprete de “Yepa-Yepa-Yepa”.
Justo entre el escenario Indio y el Unión, abrieron el escenario Garage, donde de manera sorpresiva se presentó el cumbión interespacial de A Band of Bitches, quienes contaron con la presentación especial de “El Mastuerzo”, de Botellita de Jerez. Juntos interpretaron “El Zarco”; e hicieron bailar a todos con “Su pinche cumbión” y el “Noreste Caliente”. Cuentan que minutos después, en el mismo escenario, estaría La Esfinge. Sí, esa banda de “metal” en la que canta el Gallito Feliz Cristian Castro, pero desafortunadamente ya no me tocó verlo.
Pese a que tuve mucha curiosidad –y sobre todo morbo–, no vi a Sonido La Changa. En vez de eso, volví a las conferencias para encontrarme con Amandititita, quien está satisfecha con el público y el recibimiento que tuvo a pesar de la fuerte lluvia.
Amandititita tiene una personalidad que genera curiosidad. La cantante habló de la inclusión de nuevos géneros al festival, de la tolerancia y de la importancia de abrir espacios para la mujer en el Vive Latino. También dijo que prefiere seguir escribiendo música sobre gente común, antes que de temas relacionados con la violencia o el narcotráfico en México.
Admito que me ganó la admiración y no me resistí a ver a Xavier Velasco en la carpa “Rock y Libros”, presentándose junto al guitarrista Paco Huidobro. Ahí, Velasco relató las altas y bajas por las que pasó previo a ganar el Premio Alfaguara en el año 2000 por el libro Diablo Guardián. Entre gritos eufóricos y seductores de varias chicas, mientras canciones como “The Passenger”, “Nacido para perder” y “Superpompis” sirvieron para darle secuencia al relato.
La guitarra de Vincent Van Rock comenzó a sonar del otro lado de la carpa. Los Rebel Cats dieron una demostración de cómo ha crecido el rockabilly mexicano, tanto en el sentido musical como en el del público; pues había todo tipo de gente bailando y tarareando sus canciones y olvidándose del estigma de tener que usar copete o chamarra de cuero para escuchar este género.
Justo como en su más reciente disco, Rebel Cats y sus Amigos, diversas figuras del rock, como El Abulón, Charlie Monttana, Dr. Shenka y Jay de la Cueva subieron al escenario a interpretar canciones como “La Chica Rockabilly”, “Tuve un Sueño” y “Anclado a ti”.
También presentaron su más reciente sencillo “Mala Influencia”, en el que no pudo faltar la belleza y talento de la colaboración con Marcela Viejo y la actuación de Bonnz en el saxofón. Esta vez no fue Lalobilly quién destrozó su contrabajo, sino Vince Monster quien deshizo una guitarra acústica muy al estilo de Jerry Lee Lewis.
Opuesto a este escenario sonaba “El Duelo” de La Ley; lo especial del momento fue que era Ely Guerra quién cantaba junto a Beto Cuevas aquella canción que hace una década hizo cimbrar el mismo escenario. Me sorprendió ver la plancha principal totalmente llena, así como parte de las gradas. Todos esperaban escuchar “Aquí”, “Paraíso”, “Mentira” o “Día Cero”, y eso fue lo que la banda chilena entregó al público.
Posteriormente The Wookies pusieron a bailar a todos en la Carpa Rockampeonato con su nueva canción “Patrick Millah”, seguida por “Discotecno” e “Infernus”. El momento significativo fue cuando subió al escenario Pascal Languirad, de Trans-X a interpretar la famosa “Living on Video”, para que el ánimo explotara y todos soltaran el cuerpo con sensuales movimientos hasta el final de la aparición de los enmascarados.
No cabe duda que a veces los experimentos de las empresas hacen que públicos diversos confluyan en un mismo lugar. Coincido con la idea de que este Vive Latino, a 15 años de su creación, se caracterizó por ser incluyente, porque hubo para todos los gustos.
Acierto o desacierto, cada asistente pudo decidir entre ver a Zoé o Fito Páez; a Sonido La Changa o KAKKMADDAFAKKA, mientras que por allá se escuchaba “Cumbia sobre el río” o del otro lado “Eres para mi”. Vale la pena hacer un examen de conciencia musical, ¿no?