ARTURO URIZA
Los Planetas, Of Montreal y Zurdok cumplieron; AFI está envejeciendo; Los Infierno son un cliché y NIN ofreció un set bastante raro.
10 años sin ir a un Vive Latino, mi experiencia con el festival se remonta a aquellos días en que las bandas principales eran Café Tacvba y Resorte, ambas en obvia decadencia. En ese momento tal vez no lo parecía tanto, pero se haría evidente poco después. Ese 2003 vi uno de los moshpits más emocionantes en el Vive; lo armaron los de Guillotina. También recuerdo haber llegado y presenciado un montón de gente bailar sin camisas y totalmente empapados por las mangueras de la producción mientras tocaban Los De Abajo.
Ahora el Vive Latino cumplió quince años de existir y el gastado debate de si es lo suficientemente latino continúa. Yo sinceramente iba más por las bandas extranjeras que por las nacionales, pero claro que tenía ganas de ver talento local.
Así que la bienvenida me la dieron Los Infierno, una banda de la que sólo había escuchado el nombre y la cual se mostraba a la lejanía como un conjunto de clichés andantes. Me bastaron unos pocos minutos para darme cuenta de lo efectistas que eran y lo poco originales, no sólo en lo musical, sino también en lo escénico.
Entre las vueltas al Foro brandeado hasta el cansancio me decidí mover a la carpa Intolerante, donde vi por unos minutos a Komodo. Hasta este momento, debo recalcar, había aún poca gente en el festival, lo cual permitía también acercarse a los escenarios con tranquilidad. La banda mencionada por desgracia pasa sin pena ni gloria.
Eventualmente, llegó el momento de ver uno de los actos que buscaba desde hace tiempo y que, aunque me habría gustado verlos en otro foro, sabía que iba a disfrutar. Los Planetas aparecían para dar un set justo, corto pero conciso, el buen Silis, también colaborador de este sitio, me comentó algo que quiero recalcar: “Eso es envejecer con estilo”. Si me lo preguntan, Los Planetas no lo han perdido.
Por recomendación me fui a ver a The Burning Of Rome, quienes de entrada son difíciles de clasificar y no muy fáciles de apreciar. Tienen momentos muy divertidos y otros un tanto excesivos; sonoramente reúnen partes gitanas, góticas, pop y una que otra medio dance. No sé si compraría un disco de ellos, pero definitivamente valió la pena verlos unos minutos.
Mi adolescente interior quería saldar una deuda de antaño viendo a AFI, así que me dispuse a disfrutar el show de esta banda vencida del post hardcore dosmilero, también relacionada con movidas más vergonzosas como el emotional hardcore y otras mejorcillas como el punk. La banda ha sido menospreciada eso sí lo creo; en sus mejores momentos suenan a la escuela Misfits, sin embargo, en los peores, pues quedan bastante mal parados.
Abrieron el show con un par de rolas de su álbum Sing The Sorrow y para mi sorpresa muchos adolescentes conocían las canciones. El set avanzó y me di cuenta que estoy muy viejo para eso, y ellos también. Vaya, no hay mala ejecución y el sonido era bueno, pero por desgracia están bastante caducados.
Así que me fui a otra carpa en donde ahora tocaba el turno a Of Montreal, a quienes ya había visto y sabía que no me decepcionarían. El ensamble de la banda es ahora diferente y el show mucho menos espectacular que el que vi hace unos años, lo cual por supuesto no interfiere con la calidad musical. Por momentos la banda tiene dejos de Talking Heads, y Barnes –el frontman– sigue controlando con mesura el escenario. Se ven más maduros; me interesa ver lo que harán en su próximo material.
Uno de los “grandes” atractivos del primer día era la reunión de Zurdok. Nostalgia, esa era la situación. La banda apareció y aprovecharon el tiempo para tocar las rolas famosas, una nueva y cerrar con “El Gallito Inglés”, donde les acompañó Pato Machete y Jay De La Cueva.
La gente coreó, las mujeres le gritaron a Chetes, y Zurdok cumplió. Ahora sacarán nuevo disco y harán una gira en los conciertos de Corona. Sonoramente, siguen siendo buenos, aunque no sé qué tan necesaria o importante era esta reunión.
Para finalizar, el momento de la noche sería con Nine Inch Nails. Un set bastante extraño, debo mencionar. Muchas canciones que no ejecutan regularmente y una selección interesante que demostró que a pesar de que la banda no trae un gran disco puede dar un show tremendo, porque sonoramente hay pocas cosas que se le comparen.
Los primeros temas, muy energéticos, abrieron paso a una sesión mucho más electrónica de lo que jamás habría imaginado: canciones nuevas y otras tantas de discos anteriores en versiones revisadas y fusionadas con partes de otras que no tocaron, caso específico de “Closer”.
El cierre fue por demás intenso, aunque en general el show fue corto. La banda no hizo gran despedida y no hubo encore.