ARTURO URIZA
Lo que amas es lo que te va a matar…
Hace casi dos años que comencé un negocio con mi socio Ricardo Guzmán. Un negocio que desde la génesis sonaba complicado y que con el tiempo no ha demostrado lo contrario.
Por supuesto, a un nivel personal ha sido toda una satisfacción, algo para tachar en la lista de cosas que hacer antes de morir. Pero el glamour de tener una tienda de discos dura aproximadamente cinco minutos, y después hay que estar consciente de que es un negocio, con todas sus buenas y malas. Un negocio que se tiene que cuidar y tratar como a cualquier otro (una papelería, una miscelánea o lo que sea), solo que aquí estás rodeado de cosas que amas.
Hay varios obstáculos que enfrentar, pero actualmente hay uno que está fuera de nuestra jurisdicción, y que es el que nos ha estado picando las costillas en las últimas semanas: el dólar.
Ok, si la economía del país es prácticamente un barco que ya nomás está asomando la punta, ¿quién decidiría emprender un negocio que depende casi en su totalidad de productos importados de Estados Unidos? Mea culpa. Fuera de hacernos los sufridos y antes de evitar el harakiri, hemos pensado en un montón de opciones para que la ridícula subida del dólar no nos ahorque… Por supuesto, si no es que el banco y sus maravillosos impuestos lo hacen antes.
¿POR QUÉ SON TAN CAROS LOS VINILOS?
Solo para ilustrar un poco, haré unos números rápidos. Cada disco nuevo oscila entre 15 y 25 dólares, por supuesto sin contar las ediciones especiales, discos de aniversario, picture disc y demás novedades que por distro y en precio para tiendas pueden costar hasta 60 dólares.
A eso hay que añadir el costo de envío, que regularmente va de 10 a 15 dólares por unidad. Obviamente hay que comprar varios para que valga la pena pagar un envío. Digamos que van aproximadamente unos 30 dólares por un disco normal, económico. A eso hay que sumar los impuestos de importación, que incrementan un poco más el precio.
Hasta aquí y sin impuestos, un disco de 30 dólares equivale a más o menos, $490 mexicanos, eso sin aumentar nada para la tienda, es decir la ganancia.
¿QUÉ HACER?
Hay varias opciones, y ninguna es sencilla. La primera sería ir con la corriente y elevar el precio de los discos, lo cual hace que la gente compre menos, aunque les expliques que no somos nosotros quienes estamos volviéndonos millonarios vendiendo vinilos (¿alguien acaso?).
Por supuesto, habrá quien lo entienda y sepa que además de que son objetos caros desde siempre, no es una cuestión de abuso, sino de mera industria y economía actual. Incluso comprar discos que cuestan 5 o 10 dólares y traerlos a México por correo encarece dos o tres veces su precio, solo por el envío.
Otra opción es recurrir al diggeo local y volverse cazador de discos en los bazares, tianguis y demás hoyos funkie donde se puedan encontrar vinilos para revender. El problema con esto no es solo que ya mucha gente lo hace, sino lo mucho que se han cotizado los discos, incluso las ediciones mexicanas de baja calidad y que regularmente se encuentran en condiciones bastante precarias.
Claro, habrá cosas nacionales que valgan la pena, pero seamos honestos: ¿quién quiere pagar $4,000 por un disco de Café Tacvba o de Caifanes? ¿Quién va a desembolsar $200 por uno de The Human League impreso en México? Por desgracia, ese tipo de vendedor en ese tipo de circuito manda, y ya quedamos que esto no se trata de ser abusivos.
Queda otra opción: la de dejar de vender vinilos y buscar un trabajo de verdad… Ya saben lo que dicen por ahí: lo que amas es lo que te va a matar.
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