ARTURO URIZA
Aunque en mi casa han habido vinilos desde que tengo conciencia gracias a mi padre, fue hasta que salía de la prepa que empecé a interesarme verdaderamente en el formato y a coleccionar un poco más en serio. En esos días solo compraba discos usados que encontraba en bazares porque el internet no me daba confianza y me parecía la mejor forma de conseguir música a buen precio.
Un día caminaban por el centro cuando me topé con un lugar donde venden libros y revistas viejas, y para matar el tiempo me metí a ver qué había. Era un lugar bastante amplio que fue reducido hace unos años porque ahí construyeron un estacionamiento y les volaron una parte. En esos días el vinilo no era la novedad que es ahora o que fue en su época de oro; eran los principios de los dosmil y bueno, pues ya sabemos qué pasaba porque en realidad tiene poco.
Adentro, el señor que atiende, uno de esos viejos medio amargados que se quedaron en los setenta, escuchaba un programa por A.M. en donde decían algo malo de Calderón. Me empezó a platicar sobre política, sobre sus ideas comunistas y de por qué los jóvenes éramos imbéciles. De un lado del local había un mueble repleto de discos, el cual me puse a revisar mientras él seguía aleccionándome sobre lo mal que está el país.
Como en todos los bazares de México, la mayoría de los vinilos que se encuentran son de música ranchera y de baladas pop. Así que ahí, metidos entre miles de ediciones de Mijares, Amanda Miguel y similares, encontré un disco que me ha acompañado en las ocasiones más azules de mi vida. Este disco contiene una enorme canción llamada “North Star”, y por supuesto, me refiero a Exposure, de Robert Fripp… Al ver el disco quedé bastante emocionado y me puse a rascar dentro de todos los estantes, lo cual me llevó a encontrar otras cosas de las que tal vez les hable en otras ocasiones.
¿Lo mejor de todo? el disco estaba cerrado, jamás había sido abierto. Así que procedí a apartarlo y seguir con mi inspección. El señor que atendía me lo vendió en unos treinta pesos y me pareció una de las mejores ofertas que alguien me haya hecho en la vida. Al llegar a casa lo abrí para darme cuenta de que era un trabajo increíble, donde Fripp había reunido a gente como Peter Gabriel, Tony Levin, Brian Eno, Phil Collins, Daryl Hall y Peter Hammil.
La descripción en el insert dice que el álbum fue pensado originalmente como una trilogía conjunta, formada por Sacred Songs, el álbum solista de Daryl Hall que ya no salió hasta un año después en 1980, y el II de Peter Gabriel. Por la tardía publicación de Sacred Songs, Fripp replanteó la posibilidad de la trilogía y explica que sería el primero de otra nueva trilogía que incluiría Frippertronics y Discotronics, álbumes que en realidad no existieron, pero que mutaron, uno en una técnica (Fippertronics) y otro en un track. Vale la pena echar ojo a “God Save The King” donde aparecía como Robert Fripp & The League Of Gentlemen.
Musicalmente, Exposure es un disco variado. Está la clásica perspectiva progre de Fripp, pero también una clara influencia del proceso electrónico de Eno, una fuerte influencia vocal de Peter Gabriel y hasta una pieza de rock & roll clásico.
Años después, ese lugar donde compré el disco se puso de moda y todos empezaron a comprar discos ahí. El dueño los encareció, aprovechando la explosión del formato e hizo de lado sus más comunistas ideales de igualdad social, entrando al voraz mercado de la oferta y demanda, ahora vendiendo ediciones nacionales de artistas en inglés a precios que no bajaban de los noventa pesos. Tiene años que no he vuelto.
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