ARTURO URIZA
Hace un par de años durante el Record Store Day decidí celebrarlo yéndome a buscar discos por la ciudad de Puebla. Como bien sabrán, en Puebla no hay tiendas de discos fuera de las cadenas como Mixup y Tower Records, sin embargo, como en muchas otras ciudades del país, hay montones de bazares, librerías y una que otra tienda donde aún se pueden encontrar buenas cosas a precios accesibles.
Y aunque parezca relativamente cercano, les juro que hace dos años, nadie estaba celebrando el RSD en México, o por lo menos no como se hace ahora que hay todo un despliegue de eventos por todos lados, así que la actividad era meramente emblemática y experimental para mí; lúdica en su totalidad.
Así que salí de mi casa con unos cuantos pesos, dispuesto a regresar con la cartera vacía y algunos discos buenos. La primera parada fue por una librería/bazar del Centro, en donde encontré algunos discos de soul y funk, que aunque no eran la gran cosa funcionaron para empezar. Entre esos se encontraba el Lifetime Thing de Isaac Hayes, que sinceramente es un álbum bastante mediano tirándole a malo. Luego por otra tienda me encontré una versión mexicana muy bien cuidada del Time Out de The Dave Brubeck Quartet, un disco que desde que tengo memoria me encanta gracias a mi padre, especialmente por la maravillosa (y conocidísima) versión de Take Five.
A quienes vivan por estos rumbos les será bien conocido el nombre de Todo Rock, un lugar que desde hace ya bastantes años se ha dedicado a realizar perforaciones, tatuajes y a vender discos y playeras de bandas de rock. Uno de los lugares básicos para todos los que coleccionamos música. De hecho, cuando comencé a comprar discos ahí me surtía, sobre todo de discos de metal. Con el tiempo no solo me perforé y compré discos por montones ahí, sino que también me volví muy buen amigo de Flo, el dueño del lugar y uno de los mejores tornamesistas de México, si me lo preguntan. Así que Todo Rock era parada obligatoria en aquella ocasión, y vaya que valió la pena.
Dentro de la sección de vinilos estaban los clásicos álbumes de rock que no fallan. Algo de Creedence, algo de The Doors, por ahí Van Halen, etcétera. De repente mis ojos se maravillaron ante el David Live, de David Bowie. Cabe aclarar que yo colecciono absolutamente todo lo que encuentre de Bowie: revistas, pósters, playeras, películas, y por supuesto discos (especialmente vinilos). En pocas palabras, puedo decir que es mi músico favorito, sin duda.
Pagué poco gracias a que mi compadre Flo siempre me hace jugosos descuentos y al llegar a casa me di cuenta de que no solo era un disco en excelentes condiciones, en gatefold y con su insert original, sino que además era la versión japonesa de dicho álbum. Domo arigato.
A veces me pregunta sobre los discos más valiosos de mi colección, y la verdad es que nunca me percato de cuánto valen o qué tan raros son, lo que sí puedo decir es que a este le tengo un cariño especial y que está dentro de los más valiosos para mí.
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