ALEJANDRA HERRERA
La banda de San Francisco lanza un disco de música inspirada en esta cinta de culto del cine gay.
Pink Narcissus es un álbum de temas elegantes y sofisticados, que inspiran una atmósfera teatral. La magnífica combinación de percusiones, alientos e instrumentos de cuerda —con énfasis en el bajo y violines— es lo que genera ambientes que son muy poco comunes de escuchar en la música popular.
La música de Tuxedomoon —más allá de las etiquetas con las que se pueda describir su sonido— por lo general connota tiempos y espacios oscuros, lo cual no quiere decir que sean deprimentes o decadentes, pues en este caso la oscuridad nos comunica sofisticación.
El álbum comienza con una pieza cercana al ambient, para después dar lugar a algo más complejo, sonidos que parecen encaminarnos hacia escenarios o sucesos cosmopolitas fuera de lo ordinario (“Toreador del Amor”). Y es que, aunque se escuchen ritmos y secuencias básicas, al final se obtiene una complejidad que sorprende, porque lo etéreo convive con lo agresivo y enfático.
Después un viaje sonoro turbulento y alucinante desde el track dos al once, se regresa a lo natural, a lo ambiental con el tema que cierra el LP. Pink Narcissus es como una historia circular, en la que hay otros relatos sin una estructura determinada, porque eso depende del escucha.
Un álbum de escucha obligada para quienes se gustan de bandas como Dead Can Dance, Can, Einstürzende Neubauten, Neu!, Faust —y en ciertos momentos más pop, hasta Bauhaus— y otros proyectos etiquetados con términos krautrock, new wave, post punk y música experimental.
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