MAURICIO HERNÁNDEZ A.
El arte está de luto, pero por muy desanimado que haya comenzado este 2016 en el ámbito musical, no todo parece estar perdido. El esperado nuevo de los británicos Tindersticks ha sido uno de los pocos rayos de luz que se perciben en esta ola de trágicos lamentos.
The Waiting Rooms viene cargado de once navajas en formato de canción. Cortes de lo más inteligentes, con una lírica obsesionada por encontrar la luz a través de pasajes oscuros en los que la privilegiada voz de barítono de Stuart A. Staples enmarca y pinta en lienzos cada uno de estos sonidos.
Este décimo material es una obra completa, ya que cada canción viene acompañada de un video/cortometraje en el que Stuart muestra su completo gusto por la conjunción de sonido e imagen.
Otra de las curiosidades, aparte de la ya conocida exploración del lado cinematográfico de Tindersticks, es la participación de algunos colaboradores para este material, entre los que encontramos la mano de Jehnny Beth (Savages) en “We are dreamers” y de Julian Segel en los arreglos con metales, además de un dueto con la fallecida Lhasa De Sela.
Aunque The Waiting Rooms es un disco para escucharse de principio a fin, sin saltos ni retrasos, debemos decir que títulos como “Were we once lovers?”, “Hey Lucinda”, “How he entered”, “Follow Me” y la que da titulo al disco son nuestras favoritas, precisamente por la fina lírica y musicalización de las estrofas que salen de la potente voz de Stuart.
No es fácil comprender a Tindersticks, porque es música para adultos. Siempre he dicho que su obra es un trabajo difícil de digerir, que me remonta en automático a la espesa lírica de Nick Cave y los Bad Seeds. No entendería dónde ubicarlos actualmente, aunque sí sé es que difícilmente los metería en esa grotesca y excesiva caja de falsos héroes y poetas venidos a más que hay por ahí.
Tindersticks siempre serán una grata noticia. Una nota inteligente, entre tantas podridas.