LANE COUTELL • Portadora de una base estética asociada al jazz y la música clásica, la producción ofrece una perspectiva fresca que se opone a cualquier tendencia de moda.
No se puede garantizar que exista una tendencia ideal para la evolución de una banda. A veces parece que el camino más lógico es el de pulir los cabos sueltos sin perder la esencia. Sin embargo, cuando se opta por la reinvención (llevada a cabo en mucha menor escala, debido al riesgo que implica) se pueden obtener resultados sorpresivos y sin precedentes.
Mi memoria más antigua respecto al trabajo de These New Puritans es el sencillo “Elvis”, el cual no es una pieza de arte muy remarcable: se trata llanamente de esas canciones que tal vez pertenecieron a alguna lista olvidada de éxitos afines a la época. Aunque con Hidden (2010) lograron posicionarse en un escalón más alto de credibilidad.
Desde hace años he sentido fascinación por esos discos cuya perfección se torna más en una batalla personal entre el creador y el resultado final que en un distintivo sello musical, y tal parece que Jack Barnett libró algunas peleas monumentales en este nuevo trabajo que incluye colaboraciones de más de cuarenta músicos de sesión, repetición obsesiva de tomas para grabar una sola canción, etcétera.
Siguiendo una narrativa épica, similar a Hidden, pero con un sonido más tenue (esta vez no hay enérgicas cadenas ni un alto contenido de desenvaine de espadas), Field of Reeds nos lleva por un sendero misterioso que hay que explorar con cautela: momentos reflexivos a lo Talk Talk en sus primeras aventuras post rock, combinados con la densa dinámica de la cual Sigur Rós se ha vuelto estandarte, aunque sin caer en movimientos evidentes (como el lanzar una densa cortina de reverberación para afianzar méritos artísticos; recurso cada vez más socorrido para ocultar ciertas desventajas).
Portadora de una base estética asociada al jazz o incluso a la música clásica, la última producción de TNP ofrece una perspectiva fresca que se opone categóricamente a cualquier tendencia de moda.
Un disco tan lleno de auto-confianza que no se puede pasar por alto. Aquí es cuando la soberbia de una banda no es pecado, sino su mayor virtud.
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