ESTEBAN CISNEROS
The Clientele regresó tras siete años. La vida es necia y reclama admiración, incluso en estos días (¿más todavía en estos días?) El nuevo disco del grupo favorito de tantos –lo juro: sólo que no se notan porque no hacen tanto ruido– se llama Music For The Age Of Miracles.
Más apropiado, nunca.
* * *
Recuerdo muy bien la primera vez, Jarvis. Fue una tarde con “I Want You (More Than Ever)”, un single magnífico. Pocas primeras veces quedan tan presentes. Recuerdo el primer asombro y la reacción inmediata: ponerme a escribir, a dibujar, a salir a la calle a encontrarme con alguien para contarle lo que había sucedido. Me enganchó desde el primer segundo: escalofríos que recorren la espina dorsal, sudor frío y todo ese jazz.
Llámalo hipérbole, Jarvis, tíldame de afectado, de cursi, de imbécil. Razón hay. El año no puedo recordarlo, eso sí, pero fue en aquella extraña época de estar enamorado como un bobo (aquello fue bueno y malo), creer que todo era posible y callejear con la fantasía permanente de que algún día yo y los míos íbamos a cambiar todo aquello.
Y ahí estaba The Clientele, como un recordatorio más de que valía la pena estar de pie y ser tan joven y que la melancolía podía ser un arma poderosa de creación y que mirar atrás era necesario sólo si uno no se enreda con el pasado como pretexto para el estatismo. Cuánto tiempo ha pasado y, mira, aquí sigue The Clientele y no sólo como un portal a viejas buenas sensaciones, sino también como una ventana al porvenir…
* * *
Music For The Age Of Miracles (Merge Records, 2017) es un disco clásico. Es puro The Clientele con la voz filtrada de MacLean, la reverberación, los arpegios de rigor y las melodías que van y vienen entre la más feroz melancolía y el asombro más adolescente. Pero esta vez hay arreglos de cuerdas más intrincados (se nota la colaboración de Chris Taylor) y una sección de brass dirigida por Anthony Harmer.
Se une también al registro en cinta Lupe Núñez-Fernández en las voces, mitad de Amor de Días, el proyecto que mantuvo ocupado a MacLean en estos siete años anteriores.
No sé si sea el mejor disco del grupo – no sé cuál lo sea, en realidad; a veces para mí es uno, a veces otro. Pero es un álbum más al canon esencial de The Clientele que, en una analogía facilona y algo perezosa (¿y hambrienta?), es como la slow-soul-comfort-food que necesita este mundo anémico.
No hay canción débil y hasta los pequeños interludios instrumentales (todos con títulos evocativos, con el balón en la cancha de la poesía) funcionan para construir un disco otoñal que va sobre esperanza y anhelo, sobre añorar y creer. Un disco perfecto –y necesario– para estos tiempos.
* * *
Music For The Age Of Miracles (Merge Records, 2017) es un disco clásico. Girarlo es recordar que la música es muy poderosa, que los milagros existen si se trabajan. Que son tiempos difíciles que claman por este tipo de trabajos. Ahí está The Clientele para recordarlo.
C/S.