DAVID MELÉNDEZ • Una banda que se yergue como promesa mientras revive la sicodelia con artera brillantez.
La máquina del tiempo, en esta ocasión, dejó de jugarnos rudo. Temples plácidamente puede ir al pasado, juguetear con The Byrds, corretear al lado de The Hollies, chacotear con The Flying Burrito Brothers, pirarse al lado de Syd Barrett y regresar al presente como si nada hubiera pasado en medio siglo.
¿Quién lo fuera a decir? La sicodelia, tal cual, sonando en pleno 2014 y recibiendo las mejores críticas. La sicodelia sin accesorios impostados, carente del sobado prefijo “neo” y sin ninguna mezcla electrónica para beatificar su vigencia. Así, vivita y coleado, retozando entre el tímpano y el yunque de nuestro oído. ¿Culpa de quién? Sencillo: Temples.
Desde Kettering, Inglaterra, este cuarteto demuestra que la cuna de la sicodelia todavía puede albergar más bebés y demás retoños con ánimos de postergar —con calidad— una etiqueta sonora desde su propio lugar de nacimiento. Además, por increíble que parezca, Sun Structures es geometría pura por donde se le vea. Por ahí existirán las malas lenguas que gritarán eso de “reciclar es malo”, mas cuando con semejante calidad interpretativa se reutiliza un sonido específico (hay que tener bajo el filo de la navaja el hecho de que es un debut), se dejan de lado las diatribas más ponzoñosas. De ahí que resulte potente este estreno, donde cada canción está construida con precisión de cirujano y creatividad acuñada en las profundidades de la ensoñación.
Por otro lado y sin reservas de equivocación, Temples se coloca justo a la cabeza del revival de la sicodelia. Nombres como TOY, Younghusband y Tame Impala se acercan con dignidad pero no tienen el molde bien cimentado aunque, claro, tampoco los nombres anteriores quieren avocarse de lleno a ser entes sicodélicos. En cambio, Sun Structures tiene un brillo sicodélico puro, donde el ritmo juega un papel capital, ya que no se trata de perderse en caleidoscopios visuales interminables, sino en la exuberancia y deleite de algo más pop y brillante.
De la mano de las vocales guturales y ligeras de James Baghaw, el disco seduce y captura en sus doce cortes. La abridora, “Shelter Song”, ha estado flotando desde hace más de un año y se convirtió en casi un himno para muchos. Sus pastoriles repiqueteos en la guitarra de doce cuerdas, el cencerro marcando el insistente beat o el mellotron primaveral ya son parte del embrujo que ha creado Temples con sus melodías.
De ahí en adelante, los arpegios fulgurantes de “Keep in the Dark”, la mística de “Mesmerise” (como si fuera una melodía de duendes y con altas reminiscencias a The Zombies), la sicodélica faz casi celestial de “Move with the Season” —que se manifiesta como un monzón que despeina la melodía—, y la misteriosas fundas de sintetizadores cavernosos con riff de guitarra gansteril de “The Golden Throne” forman la invitación directa a mantener la fe intacta de que Temples no será un grupo efímero.
Sin duda, Sun Structures revive la sicodelia con artera brillantez, mientras que Temples se yergue como promesa de perfectos futuros. Esperemos que los vaticinios no se queden en anhelos.
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