MARÍA MERIOMA
FOTOS: SZIGET
El sábado después del concierto de Kings of Leon, como a las 11:00 PM, comenzó a hacer viento y las nubes se dieron prisa para acumularse encima de la isla. A las 3 AM se vinieron todas encima de nosotros como si el karma de habernos quejado por el calor y la resequedad del ambiente se nos estuviera cobrando. La mañana del domingo la isla amaneció enlodada, más fría, con muchísima menos gente y con la gente entre pesada por el agua que le había caído encima (o por la fiesta del día anterior) o adolorida y cansada por toda la semana. En todo caso, se notaban menos energías por doquier; puede que también por el cartel que nos esperaba esa noche.
El último día el main stage abrió con la banda alemana Kraftklub, una de las más importantes en este momento en su país, y de la que se puede destacar una muy bien trabajada producción del escenario pero poco más, aunque fue un concierto con un lleno decente, musicalmente no fueron tan destacables.
Algo distinto pasaba en el A38, donde 45 minutos después de haber comenzado Kraftklub, José González fue despertando y templando el domingo. Comenzó con “Crosses” y “Hint”, la gente de más al frente estaba de pie pegada al escenario lo máximo posible, conforme se iba alejando de este, la mayoría estaban sentados pero concentrados en él. Se hablaba muy poco, de verdad que lo escuchaban. A la quinta o sexta canción (“Walking Lightly”) fue momento de salir corriendo al Europe Stage para ver algo de los dos grupos españoles del último día de festival: Delafé y las Flores Azules y Always Drinking.
Fue un poco decepcionante llegar a ver a Delafé y las Flores Azules con un espacio casi vacío. No eran más de treinta personas los que estábamos ahí escuchándolos. Del resto, algún que otro habitante del camping italiano cuya entrada da exactamente ahí o paseantes que no se quedaban mucho tiempo por ahí. En general dieron un buen concierto con algunas fallas de sonido y escaso público.
Un caso muy distinto vivimos con Always Drinking; los catalanes liderados por un estadounidense que se llama a sí mismo “gringo”, no solo hicieron que se reuniera más gente en torno al Europe Stage, sino que fueron capaces de hacer que no paráramos de bailar sin importar el cansancio, el dolor de cuerpo o cualquier cosa que nos pasara. Dieron un espectáculo en toda regla: divertido, por momentos gracioso, con una energía fuerte y agradable. Al público que tenían ahí para verlos se lo fueron ganando como espectáculo itinerante durante los siete días de Sziget. Nos los encontrábamos por las calles del festival armando fiestas en torno a ellos por cualquier lugar por el que pasaran tocando.
Llegó el momento de pasar un rato por Limp Bizkit, sin ninguna razón aparente para hacerlo pero pasamos; nos despedimos pronto de ellos, los dejamos tocando “My Way” para cambiar de panorama musical en menos de dos minutos de manera tan radical como puede ser dejar el rock caducado de Limp Bizkit por un grupo de Rajasthan: Dhoad Gypsies con bailarina contorsionista incluida. A estas alturas si se trataba de bailar sentado, nos apuntábamos.
Nos perdimos a los franceses de Fauve y casi no llegamos a ver nada de Passenger, ambos tocaron antes de la fiesta de clausura del escenario principal a cargo de una muy mala elección: Martin Garrix, un DJ que no está ni siquiera entre los cinco mejores. Aunque ya para la hora que era no nos cuestionábamos eso, habíamos decidido que no valía la pena nada del escenario principal. Por muchos fuegos artificiales que incluye esa fiesta al parecer no fuimos los únicos que buscaron otras opciones porque de la capacidad para 90 mil personas de este espacio, por darle mucho crédito diría que llenó las tres cuartas partes; los dos años anteriores con David Guetta (2013) y Calvin Harris (2014) no cabía nadie más en esa fiesta. Este año ampliaron el espacio de 80,000 a 90,000 personas para dejarlo medio vacío.
Si nos habíamos quedado con ganas de fuegos artificiales el cielo venía cargado con sus efectos visuales y sonoros; después del cierre en el escenario principal comenzaron a anunciar en las pantallas fuertes vientos y lluvia para a los 5 minutos tenerlos encima. Nos asustamos un poco cuando el mensaje comenzó a salir por los altavoces también, no sabíamos qué esperar en cuestiones climáticas, así que nos resguardamos en el A38 en compañía de los alemanes de Milky Chance y los DJ franceses C2C.
Así se fue terminando Sziget, con un último día extraño, que daba la sensación de primer día por lo que disminuyó la gente en la isla y lo flojo del cartel de este año. Lo que sí comprobamos una vez más, es que cada uno se hace su propio Sziget y que casi en donde sea hay un espacio para pasarla bien y disfrutar… si se quiere…
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