MARÍA MERIOMA
El lunes nos llegó la noticia de que el viernes estarían algunas integrantes de Pussy Riot en una mesa redonda en el Magic Mirror, el escenario LGBT de Sziget. Llegamos en punto a la hora acordada pero ellas tardaron más de 15 minutos, que si tenemos en cuenta lo puntual que suele ser todo en el festival fue mucho tiempo, especialmente por el calor que hacía dentro de ese Cabaret cuyos espectáculos son nocturnos.
Me encantaría darles el nombre de las dos integrantes de Pussy Riot que pasaron por Sziget pero en el momento en el que el moderador pidió que se presentaran ellas se quedaron mirándonos con cara de “¿no saben quiénes somos?” y de hecho preguntaron: – “¿Necesitamos presentarnos?”, no lo hicieron, así que puedo referirme a ellas como la rubia y la de pelo negro.
La mesa redonda versó sobre varios temas de los que se pueden sacar comentarios interesantes, y sobre todo desmitificar por completo a este colectivo o por lo menos a estas dos representantes a las que llegué a la conclusión con una persona afín al discurso del colectivo feminista-antiputinista que merecían el calificativo de “divactivismo”.
Interesante fue la definición de lo que hacen, explicar que prefirieron decantarse por el arte antes que por el periodismo porque en el segundo es mucho más difícil expresarse y hacerse escuchar. Aún así consideran que cualquier medio independiente, por pequeño que sea contribuye a inclinar la balanza frente al mainstream.
Cualquier activista presente en la charla se hubiese sentido ofendido con su actitud. La rubia muy agresiva, tanto que el moderador tuvo que disculparse ante un par de preguntas muy contundentes sobre su actividad y su relación con artistas o medios mainstream. Nada ofensivo, simplemente directo, pero la rubia estaba dispuesta a responder a todo como si fuese una afrenta. La de pelo negro, por su parte, manifestaba en ocasiones “hace mucho calor y me cuesta hablar en inglés así”, a nosotros nos costaba entenderlas aún más, no teníamos ventilador al lado y les llevábamos 15 minutos de ventaja en el asadero.
Para el primer concierto de la tarde en el escenario principal, llegaron los bomberos para rociar agua al público que estaba aglutinado para ver a Awolnation, cuyo ritmo y consecuentes grupos de pogo hicieron imprescindible la presencia de los profesionales antiincendios.
La Chiva Gantiva llegó al World Music Stage poco antes de las 17 horas. La presencia cien por ciento colombiana de esta edición de Sziget logró con un público casi en su totalidad europeo poner a bailar a todos desde cumbia hasta mapalé. Entre canciones como “Vivo”, “Pelao” y “Wepaje” hubo un toque divertido cuando Rafael Espinel, su vocalista, cedió el micrófono al integrante vietnamita, nos habló en su idioma y pudo habernos insultado sin que nos importara, porque le aplaudimos igual.
A la misma hora que La Chiva Gantiva tocaba también el holandés-israelita Dotan, anotado igualmente en la lista de hoy, y aunque estaba a poca distancia en el A38 fue imposible dejar a los colombianos para ponerle un toque más ligero a la tarde. The Subways eran los siguientes en ese escenario, la entrada a este, si estuviésemos utilizando FourSquare en la isla hubiese sido solo por el check-in porque entramos y después de una canción nos salimos. No había nada de especial ahí, nada como para esperar escuchar “I Won’t Let You Down” o “Rock and Roll Queen” y ver cómo fluía todo entre el público. Nos ocultamos por ahí en lo que pasaba la fiesta de colores (polvos de todos los colores repartidos entre el público que logran un espectáculo muy bonito pero la necesidad urgente de ducharse).
A las 19:30 horas llegó Kasabian al Main Stage, para dar una presentación que quiso quitarle el lugar de “mejor concierto de Sziget” de este año al que vimos el jueves de Foals. Toda la fuerza puesta en la primera canción “Bumblebeee” y más de 15 canciones después lograban aún poner más energía en cada una. “Shoot The Runner”, “Switchbable Smiles”, “Fire” o “Vlad the Impaler” hacían que entre empujones y aplastamientos disfrutáramos el atardecer en la isla.
A AVICCII era imposible verlo, ya con datos oficiales que llegaron después de la media noche, supe que colgaron el cartel de “sold out” en la taquilla antes de que llegara la noche, y al parecer para la mayoría él era el principal atractivo. Cuando el escenario principal se pone complicado solemos verlo en pantallas en otra zona, aunque incluso ahí no era factible verlo bien.
Rodeamos la zona para asistir a una fiesta en el camping Siesta que, por el nombre, imaginarán que se piensa como el español; especialmente porque tiene un bar que se llama Torrente a la entrada. La fiesta española la organizó Sziget España, incluía música de Alaska, Pereza, Hombres G, Mecano y otros éxitos del pop español de ayer y de antes de ayer, haciendo que no solo los españoles sino más gente del camping se acercara a bailar y beber, llenándose con gente de todas partes.
El último punto que visitamos, ya pasada la 1:00 de la mañana, fue la playa de Sziget, en el extremo norte; el punto más recóndito del festival y el más tranquilo a esa hora. Ahí descubrimos un tesoro para alejarse de todo, sentarse a ver la iluminación (figuras de colores proyectadas en los árboles y en las piedras de la orilla del río) y el Danubio de noche o acostarse en el suelo a escuchar música y beber algo.
DATO DEL DÍA:
Alguien preguntó hoy si esto de verdad es una isla, como el significado de la palabra Sziget que en húngaro es lo que quiere decir. Sí, es una isla a la que solo se puede acceder por un puente. Cuando no se hace el festival es un parque rodeado por el Danubio, dicen que bastante tranquilo, está al norte de la ciudad a aproximadamente 20 minutos en tren de la estación que llega cerca del castillo de Buda. Al otro lado del río, en la antigua Pest, el edificio del parlamento queda exactamente enfrente de la salida de esa estación.
Aparte de estar bien conectada con ese tren que lleva a uno de los puntos más importantes del centro de la ciudad, durante el festival hay un barco que lleva casi a ese mismo sitio y que sale cada media hora. Visitar la ciudad no es nada complicado pero sí se puede decir que estamos apartados de todo.
No se siente como isla porque no es un sitio pequeño. Moverse de un lugar a otro aquí no es cualquier cosa, cambiar de escenario o de actividad puede significar una caminata de 20 minutos, dependiendo de los campings que haya que rodear o cualquier lugar restringido, de la gente que haya que esquivar y la energía que tengas a 38 grados después de haber recorrido parte de los más de 2,500 metros de largo y 1,500 de ancho. Esto quiere decir que si te mueves mucho por el festival en unos días con unas cuantas vueltas por la isla sumas kilómetros que te hacen sentir merecedor de una tarjeta de millas en algún transporte que no requiera esfuerzo físico.
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