RENÉ ROQUET
La sorpresiva muerte de David Bowie fue, por lo menos en México, una de las más mediáticas que se hayan visto por un rockstar. En los monitores del metro, en la televisión abierta, en tuits de políticos, en miles de sitios de internet vimos una cascada de declaraciones a favor de él. Todos debían opinar y difundir su deceso. ¿Pero eso qué tiene que ver con Suede y su último disco?
A principios de los noventa, cuando Suede sacó su primer álbum homónimo, la crítica los ubicó dentro de una nueva generación del brit-pop que estaba influenciada por el glam, en particular por el que hizo el camaleónico Bowie en los años setenta. Y sí, si uno escucha las dos primeras producciones de Suede podrá notar el peso de David en cada canción. Este influjo es claro tanto en la música, como en la forma de cantar de Brett Anderson. Pero, ¿quién no lo tenía como referencia?
Suede fue recibido con gran éxito, y con el paso del tiempo adquirió su estilo y el sello de su década; ese sonido alternativo inglés que era muy diferente al rock y el pop estadounidense que inundó el mercado. Anderson y Brian Molko (el cantante de Placebo) supieron absorber la tradición vocal de Inglaterra para llevarla a nuevos terrenos, con estilos abiertos, dinámicos y de timbres únicos que, pocos años después le dieron la pauta a Matthew Bellamy, de Muse.
Al contrario del éxito en el Reino Unido, en México Suede nunca tuvo la fama que alcanzaron sus contemporáneos Oasis y Blur, por lo que no llamó la atención su proceso de descomposición, a través de cambios de elementos, altibajos en sus producciones y periplos con las drogas que los llevaron a su separación a principios del nuevo milenio.
Pero en 2013 Suede nos sorprendió con su regreso y con la aparición de Blood Sport, donde demostró su capacidad para generar grandes sencillos y tonadas llegadoras bien elaboradas, dentro de una industria que ha sabido aprovechar su experiencia para lograr producciones importantes.
Night Thoughts, que recién ve la luz con sus doce canciones, tuvo la buena -o mala- suerte de salir pocos días después de Blackstar, y de la muerte sorpresiva de Bowie. Esto ha hecho que se malinterprete el lanzamiento por la cercanía del grupo con el rey del glam. Nada más equivocado, el disco ya se había anunciado desde mediados de 2015 y su estética, aunque no niega su raíz, es muy distinta a la del disco póstumo de Bowie.
Night Thoughts aborda muchas de las temáticas oscuras y nostálgicas del grupo, y eso le da cierta cohesión interna, más que a su producción anterior. Musicalmente, el trabajo muestra una evolución interesante, cercana a la de las bandas inglesas contemporáneas, sobre todo en el uso de las guitarras y las atmósferas que se construyen con los sintetizadores y los riffs emblemáticos de las bandas alternativas que vienen tocando y creciendo desde los noventa.
Sorprende lo bien que sigue cantando Brett Anderson, su registro, y esa necesidad por explorar nuevas rutas que rompen con ciertas fórmulas que se escucharon con éxito en Blood Sport.
Night Thoughts carece del impacto o atracción en lo individual y en las canciones escuchadas por separado, pero gana en conjunto, en lo que une a una pieza con otra. Un ejemplo es la progresión de “When You Are Young” con el sencillo del álbum, “Outsiders”.
Si alguien está en busca del sonido brit-pop de los noventa con influencia del presente, no debe dejar pasar este álbum que se acompaña de un estilo personal, madurado y bien producido. En ese sentido no hay pierde, puede apostar por Night Thoughts.