Más del pop no convencional de Annie Clark.
ARTURO URIZA
La secuencia rítmica filtrada por un efecto de 8 bits en “Rattlesnake” da la bienvenida a un disco de reinvención explícita. La Annie Clark de las disonancias se ha vuelto más sutil; se nota mental, sobre todo percusivamente.
Lo más probable es que sea una consecuencia directa del trabajo con David Byrne. La evolución musical es notable, y aunque el proyecto siempre ha tenido melodías armoniosas, éste se nota aún más metido en el concepto de crear abiertamente melodías pop.
Pero no hay que dejarse engañar; lo que Clark hace es una constitución compleja de sonidos; una construcción que alberga un lugar central a su diestra habilidad de hacer solos, otro a su condición de exploradora y uno más a su hambre de sorprender.
El conocimiento que Annie tiene del sonido ha llegado a un punto en que su base principal –siguiendo con “Rattlesnake”– puede ser tan electrónica como se le antoje y aún navegar en el rock.
Algo ocurre de igual forma con “Birth In Reverse”, que contiene una secuencia inicial y un loop que le pudieron haber regalado Holy Fuck, Black Dice o Fuck Buttons en sus mejores y más claros momentos. Al minuto nos ofrece otra buena cantidad de inventiva en las cuerdas y al final otro tanto, y se lo agradecemos.
“Prince Johnny”, que fue uno de los adelantos del disco, además de mostrar lo bucólica que nuestra actriz principal de cabello rizado (y ahora blanco) puede llegar a ser, da una perspectiva de groove bárbara; vaya que hay forma de seguir teniendo energía en una balada cuatro por cuatro que a pesar de su aparente convencionalidad, se adorna de guitarras pausadas, pero robustas. A tener en consideración ese bajo tan sólido, es probablemente lo mejor del tema.
Y podría parecer exagerado hablar de las libertades que se toman en este disco, pero parece que la intención era hacer algo exageradamente contemporáneo, –no es peyorativo–, la muestra fácil recae cuando el track “Huey Newton” abre con una base de rap (hip-hop es el todo, rap es la música) que se repite y pierde la intención en el momento en que la voz se apropia de la situación.
Otro de los temas que ya habíamos escuchado es “Digital Witness”, el cual pareciera ser directamente sacado de la sesión de Love This Giant, esto por supuesto gracias al ensamble de metales que adornan y a la machacante batería. El trabajo vocal es ejemplar; uno de los mejores tracks del disco.
Algo que distingue a St Vincent de la mayoría de sus contemporáneas es que además de conocer el proceso de creación, Annie ejecuta como si hubiera vivido ya cien años. La resplandeciente voz en “I Prefer Your Love” debería causarle envidia a todo el espectro de supuestas cantantes pop, desde Madonna hasta la de la bola de demolición. Esta canción es estrictamente baladesca y prepara el panorama para “Regret”, que es de algún modo, en el universo St. Vincent, de las más clásicas: contiene distorsiones ya conocidas y la intervención de cuerdas mucho más acústicas momentáneamente.
“A Bring Me Your Loves” sólo falta escucharla un par de segundos para saber que es la canción que se lleva todo el disco. Líricamente y en sonido es arriesgada; poderosa e inventiva. La definiría con una palabra: Mutante. Es justo lo que hace que sepamos que St. Vincent es de aquellas que entraría en lo que rezaba Bowie con “Heroes”: el futuro es de aquellos que son capaces de escucharlo venir.
Voces angelicales, guitarras endemoniadas, sincopados electrónicos, sintetizadores de primera. “Psychopath” y “Every Tear Disappears” regresan al espacio general del disco; son dos piezas orientadas a lo convencional, dentro del no convencional mundo pop de Clark.
El más barroco de los temas en el disco se encarga de cerrar esta cuarta producción, “Severed Crossed Fingers”; calmando la marea y aprovechando la configuración onírica para despedir en el más dulce bajón este homónimo de St. Vincent.
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[…] se lanzará mundialmente el 17 de julio y que cuenta con colaboraciones vocales de artistas como St. Vincent, Beck, Q-Tip, Cate Le Bon y Ali […]