DANNA CAMPOS • Así calificó Nigel Godrich a este servicio de streaming…
Mucha polémica ha desatado el hecho de que los integrantes de Atoms For Peace retiraran su música de Spotify. Los portavoces fueron Thom Yorke y Nigel Godrich, quienes dieron a conocer la noticia ayer a través de sus cuentas personales de Twitter.
“Estamos fuera de Spotify. Ya no podemos estar haciendo esto. Es una pequeña e insignificante rebelión”, fue el primer tweet de Godrich que desató una conversación masiva que permeó tanto en usuarios como en medios dedicados al periodismo musical. Las razones del productor son simples: “A los nuevos artistas les pagan un carajo con este modelo. Es una ecuación que simplemente no funciona”.
Y tiene razón. Mientras que Spotify dio una respuesta a ambos músicos, al asegurar que este proyecto ya ha dado 500 millones de dólares a quienes tienen los derechos de la música, y que a final de este año la cifra aumentará a un billón de dólares, lo cierto es que, mientras que la compañía crece año con año, los mayores beneficiados son las disqueras y los músicos que cuentan con un amplio catálogo, haciendo que la estructura no se adecue para los artistas emergentes.
Aunque el plan de negocios de Spotify ha sido fuertemente criticado debido a pérdidas que se han dado a conocer (40 millones de dólares en 2010), lo cierto es que el margen de las mismas disminuye considerablemente cada año. ¿Cómo se sabe esto? En 2009 se publicó una tabla de los mayores ingresos y egresos que tiene la compañía, en donde el mayor gasto que tenía Spotify era el costo de ventas, que representaba el gasto de las licencias musicales. Mientras que en 2009 el costo de ventas fue de 18,823,093 libras, las ganancias sólo fueron de 11,320,388, lo cual generó una pérdida de más de 7 millones y medio de libras.
Las cifras anteriores no hacen que el negocio de Spotify parezca rentable. Sin embargo, en 2010, mientras el costo de licencias fue de 64 millones de libras, las remesas fueron de más de 63 millones, lo cual le generó a Spotify una pérdida de un millón de libras. Esto significa que, a medida que crece el servicio, su margen de pérdidas se hace menor para, subsecuentemente, empezar a crecer como una bestia.
Todo sería aparentemente bueno; Spotify se hace rentable, millones de usuarios pueden descargarlo y escuchar su música favorita gratuitamente. El problema es que los usuarios actualmente son invadidos con diez horas mensuales de anuncios (en banners y audio), mismos que aumentarán eventualmente hasta que la gente termine por suscribirse (o seguir tolerando la publicidad) a un servicio que sólo genera ganancias para los músicos grandes con una amplia discografía (como Pink Floyd o Metallica), mientras que los artistas nuevos o sin catálogo recibirán menos dinero en un modelo en el que los grandes ganadores siguen siendo la compañía de streaming y las disqueras grandes de toda la vida.
Esto hará que con el paso del tiempo la industria musical no sea una opción –como no lo ha sido en los últimos años– para muchos de los que intentan sacar a flote un material nuevo. De hecho, Godrich y Yorke no son los primeros músicos en protestar (anteriormente ya lo hicieron los compositores de la British Academy of Songwriters), aunque quizá sí han sido los más escuchados sobre este tema en las últimas 48 horas.
Si por el millón de reproducciones que tuvo Lady Gaga de “Poker Face” en Spotify sólo recibió la increíblemente ridícula cantidad de $167 USD, ¿qué le puede esperar a aquellos artistas que apenas comienzan y que no alcanzan ni las 100 mil reproducciones?
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