STAFF LAPOPLIFE
Transformer (1972)
El segundo disco solista de Reed tiene una magia que va más allá de las once obras maestras que lo conforman. Álbum que desde su formación apuntalaba a ser uno de los mejores trabajos musicales de la historia.
Aunque los archivos históricos destacan que las canciones eran puros disparates de Lou, las manos santas de David Bowie y Mick Ronson dieron forma a clásicos del rock como “Perfect Day”, “Satellite of Love” y la genial “Walk on the Wild Side”.
Mauricio Hernández A.
Berlin (1973)
Una historia: un artista graba un álbum rompedor, importante, gigante, y lo siguiente es que intenta ir en la dirección contraria en su siguiente trabajo. Un lugar común, tal vez; una necesidad creativa, puede ser; un capricho, quién sabe. Lou Reed repitió la historia con Berlin tras su obra maestra, logrando un disco raro, amanerado, anómalo incluso para él.
Un disco rock ópera muy pomposo que, con todo, sigue caminando por el la’o más bestia de la vida. Aquí está “The Kids”; una de las canciones más intensas de Reed. Con eso basta.
Esteban Cisneros
Sally Can’t Dance (1974)
Aunque éste fue el único álbum de Reed que llegó al top 10 de las listas norteamericanas, irónicamente fue descrito por él mismo como un proyecto en el que no se involucró mucho a nivel de producción, por lo que no fue de su agrado.
Aunque tienen mucho peso los tintes de jazz y la constante presencia del soul y el funk, no hay un rumbo claro a nivel musical, por la simple razón que quizás no tenga por qué haberlo. Destacan: “Billy”, “Ride Sally Ride” y “Kill Your Songs”.
Danna Campos
Metal Machine Music (1975)
El hijo pródigo de la Factory Warholiana estaba en su mejor momento; gozaba de una prolífica carrera como músico, se le apreciaba ya como una leyenda viviente y era reconocido como uno de los grandes vanguardistas de la época. Así que su siguiente paso fue lanzar el disco más ruidoso, molesto e indescifrable de la historia. Más de este disco aquí.
Arturo Uriza
Growing Up In Public (1980)
Un álbum genuino de rock and roll. Y a pesar de que ese rock and roll también se escuche en otros artistas, la calidad de la instrumentación combinada con la potencia de las letras de Reed, hacen de este álbum algo único.
El contenido lírico de este LP hace que problemáticas y situaciones cotidianas de la vida emocional de un ser humano adquieran un significado especial para los escuchas, todo gracias a la pericia artística de Reed.
Alejandra Herrera
The Blue Mask (1982)
Adiós a los sintetizadores, las drogas duras, las trompetas y los metales; adiós a las recopilaciones absurdas, el alcohol y hasta las portadas con “brillitos”. Reed toma dos guitarras, un bajo, una batería y con dos años de retraso inaugura su década de los ochentas.
De nuevo dispuesto a “tejer” una obra. Renovadamente comprometido y seguro; intenso, al grado de dejar sus lamentaciones y rockear en dos o tres rolas del álbum. The Blue Mask no será recordado como su mejor álbum, pero sí como ese en el que lo recuperamos.
Mariah Isaacs
Set The Twilight Reeling (1996)
Reed ha alcanzado la madurez, su propia madurez. Se reconoce como un artista completo, que lo mismo le ha cantado a las drogas en “Heroin”, que al travestismo en “Walk On The Wild Side”.
Pero ahora le canta a tener un buen “Hookywooky” con alguien (cada quien saque sus propias conclusiones), mientras en “Riptide” conecta con otra de sus mejores habilidades, que en ocasiones pasa desapercibida por su talento narrativo y lírico: tocar la guitarra, o más bien abusar de ella.
Pero la canción que da nombre al disco es la definitiva: “Tómame por lo que soy: una nueva estrella emergiendo”.
Pablo Emilio islas Márquez