CARLOS CELIS
No soy fan de Rihanna pero ANTI es un disco que se deja escuchar, incluso mejor, entre esos “desconocidos” que no la seguimos.
La Rihanna de ANTI es como una de esas películas juveniles donde la chica bonita escapa de su rutina diaria y de sus amigos populares para pasar un día entero con el ANTI héroe, siendo ella misma y dejando al descubierto que es mucho más de lo que los demás pensamos. O sea, una chica más buena onda de lo que todos creíamos.
Imagino a sus fans rascándose la cabeza, tratando de encontrar un sencillo obvio, o una pieza de pop estructurada, incluso algún tema para bailar, porque aquí no hay mucho que recuerde a la Rihanna de las listas de popularidad. Aunque sus verdaderos fans deberían conectar inmediatamente con esta propuesta, porque a primera escucha se siente como el disco más sincero que la cantante de Barbados haya hecho en toda su carrera.
Se trata de un álbum concepto y eso debería ser muy claro desde el principio, pero los medios de comunicación se apresurarán a escudriñarlo y pasarán por alto lo que ya está dicho desde el título: que este es el ANTI-Rihanna.
Cierto, en busca de esa “RiRi” que todos conocen, muchas piezas parecerán relleno, pero al finalizar la primera escucha entendemos que está diseñado para apreciarlo de principio a fin, como una experiencia completa y no como canciones sueltas.
Aunque sí es muy evidente cuáles son los temas fuertes que sostienen a esta grabación: “Consideration” es un sólido arranque. “Kiss It Better”, que ocasionó problemas entre los productores ya que durante la gestación del material uno de ellos se atrevió a decir que era la mejor canción (y probablemente lo sea).
“Needed Me”, que podría funcionar como sencillo porque tiene más estructura, pero recuerda a las primeras grabaciones de R&B oscuro de The Weeknd y suena muy tardía para Rihanna, que ya había superado ese sonido con piezas como “Pour It Up” o hasta la misma “Bitch Better Have My Money” (que si aún no lo saben, ya no viene incluida en ANTI).
Luego está “Same Ol’ Mistakes”, que es un cover de Tame Impala con un espléndido tratamiento, donde Rihanna la hace propia y ayuda a cimentar la orientación indie de todo este álbum. O “Love on the Brain”, que es la mejor interpretación vocal que vamos a encontrar aquí, porque nos lleva a otras texturas y registros poco comunes en Rihanna. De hecho, es fácil pensar que se trata de otra cantante, pero no ha aparecido información al respecto.
Y por ahí también anda “Work”, una colaboración con Drake que apareció simultánea al lanzamiento del álbum como si se tratara del sencillo, pero que fuera de eso no es tan fuerte. ANTI es incluso nocturno, relajado en su construcción, sin la urgencia típica de cualquier súper producción y con muchas ganas de experimentar en los límites del pop (“James Joint” recuerda la sicodelia de gente como Connan Mockasin).
Estamos frente a uno de esos lujos que algunos astros de la música, como Rihanna, se pueden dar. Es exactamente como un mixtape, una colección de canciones recopiladas con dedicación y perfectas para regalar a los amigos, como Rihanna ya lo hizo, literalmente, con sus fans de Tidal.
Surge una pregunta obvia: ¿será que ahora que va evangelizando a sus seguidores en asuntos del indie, podrá lograr que su público refine el oído y se acerque a otros estilos musicales? En realidad, lo dudo. ANTI es, justamente, nada de lo que podríamos esperar de esta mega estrella, pero tal vez por eso en algún momento aprenderemos a apreciarlo como lo que es.
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