SAM VALDÉS
La nueva avanzada de slacker rock de Boston nos ha dado unas verdaderas joyas: Speedy Ortiz, Pile, Ovlov, Two Inch Astronaut. Bandas que no se preocupan por cantar armoniosamente ni por las baladas. Gente que cree en que una distorsión no te hace rockero, pero que usada sabiamente, acentúa tu música.
Palehound podría ser como un ópalo en este tesoro musical. Ellen Kempner es la estratega que manipula el feroz ambiente de cada canción. Y todo esto con la mínima cantidad de distorsión.
Su primer EP, Bent Nail, jugaba entre ser un demo bien grabado en un cuarto y una rebanada de lo fi. Canciones sobre malos vecinos (“Psyco Speak”) y meditaciones sobre los vicios, químicos y sentimentales, en los que caemos (“I Get Clean”) son algunos de los temas que maneja este mini álbum.
Su sencillo “Kitchen”, editado en 2014, ya pintaba a un sonido pulido. No, más bien afilado. Dos canciones bastaban para que Palehound mostrara que el camino será largo. Este año ya tienen dos sencillos: “Molly” y “Healthier Folk”. El primero toma vuelo desde una tercera cuerda para caer contundente y el segundo se antepone con la suave voz de Kempner, arrullada por un sentimiento antifolk que te pide que no bajes la guardia, porque los siguientes golpes serán más duros.
Por cierto, su nuevo disco titulado Dry Food, sale en agosto en la respetable Exploding in Sound Records.
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