ESTEBAN CISNEROS • Powerpop para un 2014 infame.
Uno.
Esa música siempre me pone de buenas. Hay música para todo, creo, pero esa de mucha melodía y un montón de guitarras siempre me gusta, me levanta. Me dan ganas de vivir.
Esas no son mis palabras, aunque podrían serlo. Son de mi amigo El Rinchi. A mi amigo El Rinchi no lo veo tanto como debiera, pero así la cosa. Cuando nos vemos tratamos por lo general dos temas: futbol y música. En el primero, rara vez coincidimos (él Puebla, yo León; él futbol directo, yo tiki-taka). En el segundo, sorprendentemente, estamos casi siempre de acuerdo.
La última vez que lo vi fue, claro, compartiendo unas birras. Yo acababa de bajarme de un escenario en una noche especialmente difícil. Guardé mi guitarra y fui a donde el Rinchi quien, solo en una mesa, fumaba y bebía Coronas con esa ansia de jueves por la noche. Nos saltamos el protocolo futbolero y nos pusimos a hablar de música; fue entonces que salió el tema Guitarras Estridentes, Melodías Cantabilísimas y La-la-las. De Fountains of Wayne pasamos a Weezer, de Big Star a The Raspberries y de Matthew Sweet a Lemonheads.
Le iba a mencionar a Antarctigo Vespucci, a quienes había descubierto recién. Pero algo sucedió (¿pasó el mesero?, ¿alguien se levantó al baño?, ¿pedimos más veneno?) y la referencia se esfumó de mi cabeza. Ya nunca la pronuncié.
Dos.
Antarctigo Vespucci –¡qué nombre!– es el mote bajo el que Chris Farren (de Fake Problems) y Jeff Rosenstock (de Bomb The Music Industry!) hacen ruido. A finales de 2013 se encerraron en un apartamento en Brooklyn y grabaron algunas canciones. No querían camelar a la humanidad ni zambullirse en billetes verdes a lo Rico McPato, solo querían hacer esas canciones de una buena vez porque el cuerpo se los pedía.
El resultado fue un gigantesco EP, Soulmate Stuff, que editó Really Records. La canción que llama la atención a la primera por su vehemencia y desazón a colores es “I’m Giving Up On U2”, pero (¡carajo!) el disco es un ganador de principio a fin. ¡Palabra! De hecho, siento que llegó tarde a mi vida. ¿Qué habría sido de mí con Soulmate Stuff a los 16? ¿A los 18? ¡A los 20! Habría acabado majara, más. Pensándolo bien, mejor así. Tanta euforia es necesaria en estos tiempos. Tanta euforia salva.
Pero si fuese poco, Farren y Rosenstock sacaron, a los pocos meses y de la nada, un segundo EP. Se llama I’m So Tethered, fue lanzado por Asian Man Records y, ay, es la perfecta continuación a su debut, con cuatro obras maestras de la sonoridad y el vértigo. No puedo, de nuevo, nombrar una favorita. Solo sé que si “I Drew You Once In Art Class” hubiese existido en mis días de remedo de art school, yo habría sido el chaval más cool, más feliz, más exultante (en mi cabeza, claro, pero, ¿acaso cuenta otra cosa?). Pero, hey, lo soy ahora, en estos años de tropezones y nuevos dolores.
Antarctigo Vespucci son el gran secreto de la música en 2014 y, definitivamente, dos de mis discos favoritos en este año de puta infamia.
Tres.
No sé qué sucederá con Antarctigo Vespucci. Puede que el proyecto se quede allí y sus dos cabecillas/almas se muden a otros lugares a seguir sus impulsos. Ojalá hicieran más música, pero tampoco es necesario (por algo Guardiola dejó Barna). Es magia que las descargas de genio puedan quedar registradas en un disco (¡es la época del sonido, aún!) y estos jodidos orates ya rayonearon con salvajismo y melodía un caminito en mi mapa psicogeográfico. Eso vale.
No sé cuándo volveré a ver al Rinchi, pero seguro nos abalanzaremos sobre unas birras, hablaremos de futbol y terminaremos gritando nombres de grupos. Espero, ahora sí, no olvidar mencionarle a Antarctigo Vespucci, aunque sospecho que ya los descubrió él mismo. Y si no, El Rinchi, aquí queda la recomendación.
Es magia que las descargas de inspiración puedan quedar registradas en letras (¡es la época de la palabra, aún!) y estos párrafos quedan, al menos por un tiempo, en un mapa de entropía y azar. A ver quién llega. Pero si alguien llega, ya vale.
C/S.
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