DANNA CAMPOS
La carrera de Matt Costa ya tiene más de doce años, aunque no es una trayectoria como la de cualquiera, pues el originario de California no cree que su música tenga que evolucionar con el famoso ciclo de dos o tres años que usualmente hay entre disco y disco.
Costa creía más bien que su obra debía evolucionar si lanzaba nuevas grabaciones de una forma más regular y es por ello que, desde 2015 el otrora skater profesional se dedicó a escribir y componer sin parar para lanzar una serie de mini álbumes con diferentes estilos y conceptos.
¿Pero qué fue lo que más nos llamó la atención de este hombre? Su capacidad camaleónica dentro del folk, que le permite sonar a Jack Johnson y a Bob Dylan en el transcurso de sólo veinte minutos. Aunque él siempre está en la búsqueda de su propia voz: “Siempre trato de encontrar nuevas ideas para una canción, siempre estoy escuchando. Es más una obsesión que un trabajo ético. He comenzado a sentir que no tiene caso si no lo hago. Cada vez que lanzo algo, la meta es intentar acercarme a la esencia de lo que soy”.
Y es que Matt Costa no sólo tiene claras influencias de personajes icónicos del folk, sino que al mismo tiempo ha logrado desafanarse de ese estilo californiano del que muchos (por costumbre o por estrategia de mercado) encuentran difícil escapar.
Así, cual nómada incansable, y más allá del cliché, Costa pertenece a cualquier sitio donde pueda encontrarse a sí mismo.