DANNA CAMPOS
FOTO: Caitlin McCann / Facebook
Si mal no recuerdo, la primera vez que escuché a The Districts me encontraba manejando hacia Fresno. Casi todo lo que sentía en ese momento coincidió con “Funeral Beds”, la primera canción que escuché del pequeño grupo de Lilitz, Pennsylvania.
I hate to say I love you /
But oh goddam I love you /
You know I do /
But you’re gone away…
Fueron los primeros versos que golpearon algo dentro de mí. Ellos y la voz rasposa de Rob Grote, quien, junto con los demás miembros de The Districts, no habían siquiera terminado el bachillerato cuando hicieron esta canción.
Puse en shuffle lo único que la banda tenía en línea hasta entonces, su primer disco, Telephone (2013), y el camino de pronto se hizo más ligero, pero también más melancólico. Jamás había saboreado tanto una ruptura amorosa mientras manejaba.
Sumergirse en la esencia de esta banda de adolescentes que tocan folk-blues es como desempolvar esas cosas que uno cree que ya sanaron, pero siguen ahí. O como huir de algo (o de alguien), pero de manera elegante. O quizá, simplemente, es la banda sonora que debe reproducirse en el auto cuando uno está a punto de emprender un roadtrip sin destino fijo.
El resto puede ser una historia que aún se escribe. Poco tiempo después, The Districts firmaron con Fat Possum Records, hicieron un segundo disco: A Flourish And a Spoil (2015) y se presentaron ese mismo año en Glastonbury
En cuanto a mi recorrido, conocí a alguien más en el camino y se unió a mi viaje, uno que todavía no ve su final.