ESTEBAN CISNEROS
Si hay anomalías pop que son como un glitch, lo de Psychic TV es un virus elusivo y mordiente, un creeper al que le gusta hacerse notar.
El grupo, que existe desde 1981 y que ha cambiado de alineación con el fin de sobrevivir haciendo las cosas a su manera, es la gran idea de Genesis P-Orridge: chalado, genio, tercer-género, ocultista, bufón, dadaísta.
Responsable de experimentos sónicos que lo mismo inducen jaquecas que meten sorpresa, P-Orridge dejó una marca muy grande en el desarrollo de la música pop con Throbbing Gristle –el proyecto más inaudito del post-punk inglés– y luego yendo de extremo a extremo con Psychic TV.
Grupo de culto, paradoja permanente, se trata de un grupo nacido desde lo visual (se le llamó “grupo de vídeos que hace música y no al revés”); su concepción de grupo pop, entonces, siempre ha sido la del agitador esteta, del agitador que va de traje pero maquillado como farandulero de cabaret.
Sus referencias (y colaboradores) siempre han sido grandes outsiders que han hecho las cosas a su manera: de Timothy Leary a Derek Jarman; de Bachir Attar a Hilmar Örn Hilmarsson.
Psychic TV comenzó como consecuencia de una obsesión de Genesis P-Orridge con su propia persona: una especia de secta que se congregaba en un Psychick Youth Rally; la línea trazada hacia Aleister Crowley es imposible de no ver. Así, se podía trascender de ser un astro pop a un iluminado, una especie de figura chamanística que podía llegar a ser el artista total.
Jugar en otra liga. Llevar la idea de Ken Kesey y los Merry Pranksters a niveles realmente extremos –de lo infernal a lo cósmico– a partir de la tecnología, las nuevas drogas y la música como medio más que como fin.
Son tan prolíficos como desconcertantes: del industrial a la experimentación acústica, de las baladas new wave al acid house y al techno, la discografía de Psychic TV es perfecto freak show que explora lo mismo la psicodelia más churretosa que la música de baile más volatina.
Tienen el récord Guinness de más álbumes lanzados en un periodo de doce meses (lanzaron 17 discos en vivo en 1986) y una reputación intacta como creadores de happenings y performances, más que conciertos; tienen, incluso hoy, con qué echarse a la bolsa a cualquiera a pesar de un escepticismo cada vez más generalizado hacia lo que huela a arte contemporáneo.
La carrera de Psychic TV corre ininterrumpida por más de 30 años de altibajos, nuevos experimentos y distintas encarnaciones: no sólo han cambiado de alineación (y colaborado con, entre otros, Soft Cell, Coil, Marc Almond, Larry Thrasher, Fred Gianelli, Alex Fergusson, Andrew Weatherall y Current 93) sino de orientación estilística y de sonido.
Lo que permanece es el sentido de transgresión y perversión, de experimentación radical, de subvertir y revelar verdades ocultas. De romper todo y empezar de nuevo. De romper cuanta tradición se encuentren, así sea la del punk que les vio nacer; de forjar nuevas reglas para volverlas a romper y así nunca perder la creatividad o, al menos, en ansia de La Próxima Cosa Grande.
Si alguien hace honor a ese eslogan de keep music evil son, precisamente, Genesis P-Orridge y Psychic TV. Su anti-música (a veces cut-ups, a veces collages, a veces canciones, a veces un ritmo insistente, a veces ruido puro) es, todavía, el camino a explorar; es –hoy incluso, hoy más que nunca– una subversión necesaria, una vía para la incomodidad, la repulsión y el ruido. Aquí no se duerme nadie, aquí no se acomoda nadie.
Porque esto no es un glitch, sino un virus elusivo y mordiente, un creeper al que le gusta hacerse notar.
Psychic TV se presentará en el festival Nrmal de la Ciudad de México, el domingo 12 de marzo de 2017.
C/S.
[…] veinte minutos antes para agarrar buen lugar, la siguiente misión era Psychic TV. El espacio aún amable permitía la entrada hasta un espacio bastante digno y a mi lado un señor […]