Lo primero que salta a la vista de Alizyan and the Drives es el nombre. A pesar de que en el pop se ha intentado de todo, a veces aún hay nombres felizmente desconcertantes.
Este grupo, inspirado “en la música, la cinematografía, los videojuegos y el arte retro ochentero”, tuvo sus orígenes en Guadalajara y su desarrollo en León.
Platicamos con Antonio “Lobo” Solórzano, guitarrista, quien define la formación del grupo como consecuencia de un ciclo raro pero productivo: “Surgimos de las cenizas de una banda leonesa que se mudó a Guadalajara y se desintegró, pero que al mismo tiempo –irónicamente– encontró y consolidó un concepto artístico”. Completan el grupo Anny Joseph, Dorian Lixx y J. Berbena.
“Aunque todos venimos de distintas formaciones, coincidimos en tener una necesidad de expresión; a veces es consciente, a veces no, pero es siempre una necesidad honesta para con nosotros mismos”, dice Solórzano. “La mayoría de nosotros tocamos desde pequeños, con instrumentos que encontrábamos en casa. Jorge, bajista, viene de una familia de músicos académicos; los demás somos todos hijos de melómanos. Quizás el común denominador es la herencia de la música”.
Alizyan and the Drives dicen que su música es un synthwave que presume como inspiración a Jean Michel Jarré y a Marillion, pero también a M83 y a Two Door Cinema Club. Es, nos cuenta Solórzano, más que sólo sonidos “resultado de la inspiración en el cine, los videojuegos, la música y el arte visual que compartíamos viviendo en el mismo espacio.
El proceso de composición en realidad fue nuestro modo de vivir durante ese tiempo, en una casa sin muebles y sólo con instrumentos, metidos todo el día con las guitarras, los sintetizadores y las computadoras. Los temas de las letras y melodías vocales provienen de películas que nos inspiraron, como Blade Runner o Interstellar”.
Proyectos independientes como the Drives comienzan a ser común denominador en un México que sigue en busca de identidades y oportunidades para crear nuevos contextos. Solórzano ve en esto una gran oportunidad de “mostrar que la música, al ser un lenguaje universal, no sólo debe concentrarse en expresar lo que acontece en los alrededores inmediatos, sino que puede ser un retrato de la cultura global, independientemente de dónde provenga”.
La parte difícil a la que se enfrentan estos grupos es que “el país, en su generalidad, se encuentra más en un proceso de desarrollo; la infraestructura de la industria del arte y el entretenimiento no goza de grandes privilegios”.
Alizyan and the Drives ya es un nombre que suena mucho en la ciudad de León, pero le tiran a más, como nos dice Solórzano: “la escena se siente más débil que hace unos años, la gente es un poco menos receptiva ahora. Hace falta que se incentive el gusto por descubrir cosas nuevas y no conformarse con lo que nos ofrecen sin esfuerzo; tal vez así se podría voltear a ver lo que están haciendo nuevas generaciones”.
El futuro se ve promisorio para el grupo, que está a punto de terminar un disco largo y de lanzarlo de manera independiente. Con la internet como herramienta a favor, han lanzado ya un par de vídeos y piensan usar las plataformas digitales para abrirle camino a su nueva música. Algo que, en sus adorados 80, era un sueño más. Y ahora que es una realidad, cómo decirle que no.
La música siempre encuentra camino. Ese solo pensamiento debería animarnos.