Ghost Dreaming Cats es un grupo queretano de pop soñador y estridente. Cuatro mendas que se juntaron por su amor a Massive Attack y Aphex Twin, pero también por ser unos clavados de las guitarras de Sonic Youth y The Cure.
“El grupo surge a partir de otra banda, The Battle of the Galactic Butts From Outer Space, que sólo existió una temporada. A mí me gustaba e insistía que la revivieran y un día me invitaron a jammear. Sucedió magia y decidimos seguir tocando”, explica Klang Reverie, voz y bajista del proyecto. “Nuestras primeras canciones salieron de esa sesión”.
La magia ha ocurrido desde entonces. El nombre, por ejemplo, surgió de un sueño sobre fantasmas que tuvo Klang. De ahí la asociación libre los llevó hasta ghost cats, un animal con el que todos en el grupo se identifican. “A raíz del nombre surgió la idea de hacer el disco como una historieta ilustrada y eso hizo que el proyecto tomara su personalidad propia”, añade Klang.
“La música es un escape de lo cotidiano”, nos cuenta Jerry ZZZ (guitarra y electronics, un nerd mayúsculo que entre cuerdas y laptops tiene un repertorio insano de sonidos extravagantes) que son “una medicina para el alma. Por eso siempre hay una inquietud de crear”. Más simple lo pone Allan Mena (guitarra), aunque no por ello menos elocuente: “A todo el mundo le gusta la música que te hace sentir, es una delicia, y luego quieres compartir eso con toda la gente de tu alrededor”.
Quien completa el cuarteto es Diego Mateos a la batería, dando ritmo a un proyecto caprichoso y terco, algo ensimismado y lleno de texturas. Un grupo de esos que existen gracias a la independencia, a no doblarse ante ningún estilo en boga. “En nuestra experiencia, siempre hay un público en el underground que te apoya de manera incondicional”, dice Klang, aunque también conoce el lado difícil: “Pero somos minoría, somos los raros, los ruidosos, a los que aún les gusta Sonic Youth; somos pocos y tenemos que hacerlo todo nosotros mismos, no es fácil y muchos se quedan en el camino”.
Los procesos de composición de Ghost Dreaming Cats son muy libres: improvisan, estructuran melodías en círculos, intercambian ideas sin que el instrumento deje de sonar. Klang nos explica más: “En ‘Hazzy’, Diego nos mostró una grabación vieja suya y fuimos tocándola hasta que evolucionó en una pieza de ocho minutos y medio; en los toquines, es la favorita de la gente. En ‘There But Not There’, Jerry llegó con la base de guitarra y todos le dimos forma; son”, insiste, “momentos mágicos que vivimos en el proceso de tocar juntos”.
La grabación de su primer material digital, Stages of Ameow (independiente, 2017) fue rápido, pues trataron de pulir las canciones lo más posible antes de registrarlas: tomó sólo tres semanas. Trabajaron contra reloj de manera consciente. “Es un disco-cuento”, argumentan, “nacido de la sincronía entre nosotros y con nuestros colaboradores”. El arte corrió a cargo de Manolo Barrientos, artista queretano que ilustró con acuarelas los sueños fantasmales de los gatos que el grupo imaginó.
El grupo quiere seguir tocando en vivo mientras haya tiempo. “Siempre dejamos pequeños espacios para improvisar y se nota, pues van sonando distinto cada vez”, dicen. Suenan tremendo. En su ciudad ya los ubican, a pesar de la dispersión de movimientos musicales: “En Querétaro hay mucha diversidad de géneros y varias escenas, desafortunadamente no se mezclan…”
¿Y el futuro? “Es incierto, somos como una estrella fugaz”, dice Klang. “Sabemos que vamos a tomar direcciones distintas, quién sabe…” Por eso, lo importante era dejar un registro grabado de su paso por el cosmos. Que no se olvidara el sueño al levantarse. Y a sueños, justamente, es a lo que suena Stages of Ameow, un disco que seguramente será clave para entender el underground de finales de la década en México.
C/S.