JOSÉ A. RUEDA
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Hay bandas que salen perjudicadas por no haber encajado en ningún movimiento. Y esto suele ocurrir por tres razones: por llegar antes, por llegar tarde o por no llegar con lo esperado.
A los 091 (el número de teléfono de la policía nacional en España) les pudieron pasar las tres cosas, si no a la vez, cada cual en su justa medida y a su debido tiempo. Pese a tocar en la mítica Rock-Ola y a fichar por la importante casa DRO, La Movida de Madrid les dio la espalda. Primero, por lo dicho: desembarcar a deshora en la escena, en pleno 1982, cuando la capital de España burbujeaba con tal intensidad que no tardaría en colmar el vaso. Segundo, por lo otro: no ofrecer en sus discos el sonido al que se asociaba la Nueva Ola madrileña (menos dosis de glamour y excentricidad a cambio de punk-rock con espíritu new wave y puertas abiertas al blues). Y tercero, a lo mejor por ser de Granada y no de Madrid.
Sin embargo la capital granadina es una escena en sí misma. Su embrujo andalusí, su magia poética, la sombra de San Juan de la Cruz y el espíritu de Federico García Lorca recorren las calles de la ciudad desde el Albaicín hasta el Realejo, mientras que la Alhambra, imponente, vigila desde lo alto.
La singular atmósfera de Granada se respira en los bares de la calle Pedro Antonio de Alarcón. Como el Silbar, donde José Ignacio Lapido y Tacho González acudían a escuchar su música favorita. O como el Santa María, donde entre caña y tapa convencieron a José Antonio García, cantante de los TNT (el primer grupo punk granadino), para formar parte de “los Cero” (como también se conoce a 091). No consiguieron, en cambio, fichar al guitarrista, Jesús Arias (tristemente fallecido el pasado diciembre), pero este recomendó a su hermano Antonio para encargarse del bajo.
Se gestaron así los primeros discos del grupo, que contaban con un fan, amigo e incluso productor artístico de lujo: Joe Strummer. El ya entonces ex-líder de The Clash (influencia innegable en la música de los Cero) fijó su segunda residencia en Andalucía Oriental y fue decisivo en el disco Más de Cien Lobos (Discos Zafiro, 1986).
Un sonido más rotundo, unas guitarras más afiladas y una voz más presente (“the voice is the fucking thing!”, recuerda Antonio Arias que exclamaba Strummer en el estudio de grabación) consolidaron a 091 entre las bandas de un universo paralelo a La Movida que tenía ingredientes de sobra para ser un movimiento en sí mismo.
Y es que, en los márgenes de Los Secretos, Radio Futura, Nacha Pop y las distintas reencarnaciones de Alaska, se cocía un post-punk nuevaolero por un lado y un rock&roll clásico por otro que, cosidos con hilos blueseros, dieron lugar a propuestas sonoras como la de Los Enemigos, Los Deltonos, Ilegales, La Granja o Los Rebeldes. Un poco más tarde aparecieron los también granadinos Lagartija Nick (formados por Antonio Arias cuando abandonó 091), los cuales, junto con Surfin’ Bichos, se han dado ahora en denominar “pre-indies”.
Y justo aquí viene la tercera de las razones por las que 091 no encajaron en las grandes olas alternativas: por llegar antes de tiempo. Lo dicho: Arias forma Lagartija Nick y, en su estrecha colaboración con otros músicos granadinos, ayuda a Los Planetas a grabar su primera maqueta. La banda de J y Floren telonea tanto a Lagartija Nick como a 091 y, en muy poco tiempo se convierten en líderes de una nueva escena (ya lo saben: el indie).
1995 es el año del principio del final. Los Planetas giran con su flamante álbum de debut; Benicàssim celebra su primer festival y Lagartija Nick se reafirman con su tercer disco. Los Cero ya intuyen lo que está aconteciendo y parecen avisarlo en el título del disco de aquel año: Todo lo que Vendrá Después (Big Bang, 1995): había llegado la fiesta del indie y ellos no estaban invitados.
Así las cosas, los hermanos Lapido, José Antonio García y Jacinto Ríos cerraron los estuches y dijeron adiós. Un año después, tocaron y grabaron el Último Concierto (Pentatonia Records, 1996) y prometieron no volver.
EL REGRESO
No habría tenido sentido hacerlo en todos estos 20 años. A Lapido lo hemos puesto en un pedestal (el que se merece) como letrista en solitario. Su hermano Víctor deslumbra a la guitarra en Lagartija Nick y, más comedido en florituras, también lo hace en Grupo de Expertos Solynieve. A José Antonio se le ve menos, pero continúa en la música (Guerrero García, Mezcal).
Ahora que el tiempo está borrando las líneas absurdas que separaban las escenas, ahora que el rock es bien recibido entre los indies, ahora que se cumplen veinte años del último concierto. Ahora es el momento en que 091 tenían que volver. Justicia.