JOSE A. RUEDA
Hoy hablaremos un poco de política. El motivo principal es que es muy posible que, por tercera vez en un año, España vuelva a celebrar elecciones.
Esta situación insólita se debe al cambio de panorama político forjado en los últimos años. Si desde las segundas elecciones post-franquistas de 1982 sólo habían existido dos partidos en el gobierno, ahora son cuatro (e incluso cinco) las formaciones que se reparten el pastel.
Esto, pese a ofrecer a priori una escena mucho más democrática, ha endurecido las relaciones entre los distintos colores políticos hasta casi imposibilitar los pactos de gobierno.
El sistema conocido como bipartidismo (esto es, el dominio de dos únicos partidos alternando la presidencia) ha visto sus horas contadas desde la irrupción de dos nuevas organizaciones: Ciudadanos y Podemos. Aquellos, descaradamente neoliberales, y estos, abiertamente anticapitalistas, se han afianzado junto a los conservadores del Partido Popular (PP) y a los progresistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Si Ciudadanos ya existía en Cataluña como la alternativa para los no independentistas, la aparición de Podemos ha sido tan novedosa como arrolladora. A pesar de haber copiado la línea ideológica de IU (Izquierda Unida: tradicionalmente, el tercer partido en discordia), la formación liderada por Pablo Iglesias ha actualizado el ideario antisistema para adaptarlo a los tiempos de crisis.
Las estrategias de canalizar la indignación del pueblo y estilizar el lado más beligerante del anticapitalismo deberían haber hipsterizado la ética y estética de Podemos, tal y como el posmodernismo hizo con la música punk, la canción protesta y el ideario hippie. Sin embargo, pese a aferrarse al concepto de “nueva política”, los de Pablo Iglesias no han aportado nada nuevo a la iconografía izquierdista: Del PSOE heredan su aversión a las corbatas y el gusto por los cantautores, mientras que de IU toman el descaro callejero y el rock radical.
Honor y felicidades al campeón…Pero esta noche mi alma suena a Sabina https://t.co/2QgAvqC0c5 El Cholo es ejemplo: Se puede!
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) May 28, 2016
Poco, pues, han influido simpatizantes de Podemos como Nacho Vegas, militantes como Santiago Auserón o colaboradores activos como Joe Crepúsculo, quien ofreció (sin éxito) una sintonía para el partido. Y es que, a pesar de su tremendo parecido físico con Aphex Twin, Pablo Iglesias no es tan de electrónica como de compositores reivindicativos (de hecho, es aficionado a cantar y tocar la guitarra). Artistas del bagaje de Javier Krahe o Silvio Rodríguez pasaron por su programa de televisión cuando no se dedicaba tanto a la política.
El líder del pelo largo ha mostrado también una clara predilección por el hip-hop. En concreto, se decanta por un tipo muy específico de rap politizado del que apenas existe más de una banda representativa: Los Chikos del Maíz. El grupo de su amigo Nega es, sin duda, el más compartido en las redes de Iglesias, llegando incluso a participar en la polémica que protagonizaron con C. Tangana.
.@c_tangana Disculpa man, somos más de Common que de Drake ?https://t.co/UiwReswnXj
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) May 12, 2016
Otro grupo del que Pablo se declara aficionado es Def Con Dos, pioneros en España tanto del rap puro como de su fusión con el metal. Sus ritmos urbanos y su actitud guerrillera se añaden al repertorio sonoro de Podemos como candidatos a formar parte de una hipotética banda sonora. La de un partido y, a lo mejor, la de todo un país.
Todo mi ánimo a los compañeros de @Supersubmarina y a todos los que conocéis la realidad de recorrerse carretera y carretera para tocar
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) August 15, 2016