Fantasmal y espectacular, orgánico y mitológico… son algunas de las palabras que nos vienen a la mente cuando descubrimos a La Féline. Primero se definió como un trío, para finalmente volverse una criatura rara de la música pop a través de su cantante, Agnès Gayraud. Ella es La Féline, y como dice su nombre, tiene muchas vidas.
Con una madre andaluza y un padre ausente, Agnès se acercó primero a la música a través de la filosofía. Catedrática y egresada de la Escuela Normal, escribió una tesis titulada: La crítica de la subjetividad y de sus figuras en la obra de T.W. Adorno, además de que está preparando otro libro sobre Adorno y las músicas populares grabadas.
Pero además de lo académico, la cantante tiene un blog llamado “Moderno, ya es viejo”, dónde comparte con finura cosas que la emocionan o que la hacen reflexionar; desde el cineasta Werner Herzog hasta la música boliviana de Luzmila Carpio.
Cantante cinéfila –el nombre del grupo es una referencia directa a la película de Jacques Tourneur (1942) –, doctora en filosofía y analista fina de los resortes de la música pop, Agnès nos ofrece un disco lleno de mitos y oscuridad convocando cuentos populares, reales o inventados: Senga la cazadora y el Dios Pan, una heroína con casco, un sueño oceánico.
Cantante hechicera, su indolencia nos recuerda a Françoise Hardy pero con una voz al estilo Kate Bush. Su segundo disco titulado Triomphe, empieza en el bosque con una mujer que sabe domar a los lobos. Desde la primera canción, La Féline nos embarca con sus relatos y sus cuentos cantados con una voz clara y segura.
Hay mucho que tomar de su obra, porque su música es el resultado de un largo proceso de trabajo, que ella define como “un manglar dónde el ensueño tiene una parte muy importante”.
Uno de sus logros es sin duda la coherencia entre las palabras y los sonidos, como un contraste. Por ejemplo, la flauta de “Octobass” que nos atrapa y nos atrae al fondo del agua para “el oráculo lento de la morena” en la canción “Le Plongeur”; o la adaptación de los versos de Walt Whitman en “We Two How Long We were Fool’d” (Tú y yo fuimos un largo tiempo engañados), donde ella agrega: “Somos esta neblina, esta horda, este sendero”.
Entre lo acústico y los sonidos sintéticos, cada canción nos lleva a un ambiente diferente. La Féline juega mucho con las formas. Algunos textos están muy cargados de referencias mitológicas, mientras que otros son muy cortos, como “La mujer del kiosco sobre el agua” que incluye cinco líneas cantadas a cappella en un estilo medieval.
La Féline hace parte de estas mujeres artistas que no cuadran en ninguna etiqueta. Con inspiraciones múltiples, avanza paso a paso pero a contracorriente.