CRISTHIAN SILIS
FOTO: Josefina Astorga
Un meteoro. Creo que es la mejor manera de describir a Camila Moreno, la multi-instrumentista que desde que inició su carrera lleva un paso arrollador, con cuatro discos, un EP y un puñado de canciones más que andan por ahí.
La chilena no tiene miedo de nada; domina cada escenario que pisa llevando al público a una catarsis colectiva desde finales de la década pasada con Almismotiempo (2009), su sorpresivo debut con el que se empezó a abrir las puertas, y que la llevó a ser nominada al Grammy Latino. Como dato curioso, ese mismo año lanzó un EP llamado Sujetándome las Palabras.
Al año siguiente lanza Opmeitomsimla, que puede ser considerado como una especie de lado B de Almismotiempo; una semilla sembrada que empezó a germinar con la misma carga de folk y que la lleva a participar en la banda sonora de la serie de televisión Prófugos.
Pero 2012 fue uno de sus años definitivos, no sólo porque salió de gira por algunas ciudades de Europa y fue invitada a presentarse en el festival Lollapalooza Chile, sino porque además lanzó el disco Panal, con el que asume el riesgo de ir un poco más allá, manteniendo su sonido y esencia folk, pero experimentando a la vez con otros estilos y haciendo de su voz un arma poderosa que por momentos nos recuerda a gente como Zack de la Rocha (aunque muchos dicen que intenta emular a Björk).
Fue así como sus canciones se hicieron de alguna manera más furiosas y sus visitas a países como México más frecuentes, donde se presentó en festivales como el Vive Latino en 2013 y 2014. Finalmente, el año pasado (2015) se hace escuchar con Mala Madre, material que la lleva a seguir experimentando en sonido, ahora con un toque más pop en los arreglos y más enfasis en las percusiones y el piano.
La facilidad de Camila Moreno para crear letras y melodías memorables, parece no tener fin. Por ello quisimos destacarla en la penúltima entrega de la primera temporada del #ReporteChile.