NICOLÁS GONZALEZ
Uno de los solistas emergentes más prestigiosos del país.
El reporte de esta semana está dedicado a un compositor y músico argentino nacido en plena dictadura militar que, luego de una década como guitarrista y cantante de la agrupación pop-psicodélica Mataplantas, se convirtió en solista y ha logrado crear un estilo propio.
Lo primero fue un disco casero grabado en 2009, utilizando apenas un ukulele y algunos teclados de juguete: El Festival del Beso. El álbum fue lanzado de manera independiente y contó en su momento con un empaque artesanal, numerado, que incluía un manuscrito del propio Malaurie.
La música, de alto contenido intimista, logró unos meses después una edición japonesa, lo cual le abrió puertas en el exterior. Personalmente no lo encuentro interesante a nivel musical, aunque es aquí donde P.M. forja su estilo de canto y lírico: su voz nasal y la utilización permanente del falsete lo asemejan a un cantante de tangos, sus letras son juguetonas, irónicas y por momentos prefieren tocar temas serios con un halo de humor que nos permite sonreír frente a una situación dolorosa.
Luego de haber sido filmado por el realizador francés Vincent Moon, que lo capturó tocando en distintas plazas porteñas para el sitio La Bloghoteque, compuso la música para el filme rumano Loverboy, de Catalín Mitulescu, en la que también actuó. En 2011 abre los dos shows de Devendra Banhart en Buenos Aires, lo que le posibilitó, en julio de ese mismo año, realizar una gira de diez fechas por Nueva York, donde se lo pudo ver en la 12° edición del Latin Alternative Music Conference (LAMC).
A mediados de 2013, Malaurie lanza El Beat de la Cuestión, un disco ya en formato banda, que lo ubica como uno de los solistas emergentes más prestigiosos del país. Durante el recorrido de los doce tracks que componen el disco se encuentran, ya no canciones minimalistas, sino que apelan a distintos géneros como el folk, el rock, el flamenco y el pop, dándole espacio a las guitarras distorsionadas, las baterías programadas y, para estar acorde con el boom porteño, la utilización de samplers y sintetizadores.
El disco fluye fácil de escuchar, la música acompaña la impronta nostálgica de las letras que cuentan la manera de transitar y sobrevivir al dolor de perder, extrañar y no entender la razón del desamor (Y dijo que iba a volver a vos, pero se fue y te dejó. Pero aún así no estás perdido, tendrás que sacar provecho a estar herido).
Por momentos pareciera que las letras son más importantes que la música, pero esa idea se desvanece rápidamente al ver que todos los pasajes están calculados y que todo termina formando un conjunto dónde nada sería lo que es sin la existencia de lo demás. ¿Rebuscado? Puede ser. Pero es una de las claves de este ingenioso compositor.