NICO GONZALEZ
Alguna vez hablamos de las bandas surgidas tras el furor de El Mató a un Policía Motorizado, que no han sido pocas, por no decir que fueron muchas, y que forjaron una especie de krautrock de las pampas que tuvo un bajo efecto en la masividad, pero un alto impacto en el submundo del indie nacional.
No hemos nombrado a tantas, porque si los originales son de repetirse bastante, imaginen las fotocopias. Atrás Hay Truenos es uno de los grupos de esa camada, que de hecho pertenecen al mismo sello que El mató (Laptra), pero que al igual que Fonez, poseen una particularidad que los destaca de manera positiva del resto.
Formados en la patagonia argentina a principios de los 2000, más precisamente en la provincia de Neuquén, poseen un primer EP (Tres Tristes Temas, 2010) y un álbum debut (Romanza, 2012) en clave netamente kraut e instrumental.
AHT es un grupo en crecimiento lento pero constante, tanto en público como en calidad artística, iniciando con una propuesta, no barrial, pero sí fuertemente arraigada en los detalles cotidianos de la vida, repleta de paisajes oníricos, no psicodélicos, pero sí bastante de ensueño.
Ya en 2013 lanzan su segundo álbum, Encanto, y se animan a las letras y al canto. Aunque con letras bien cortas, tipo mantra, en este aspecto, AHT no dejan de recordarme a la buena época de Palo Pandolfo (Don Cornelio y la zona / Los Visitantes) en la manera de cantar, mientras que musicalmente, si bien siguen la línea kraut, desarrollan un poco más el sentido de rock ambient que ya poseían desde el primer EP.
Paradójicamente, pese a su propuesta plagada de cotidianidad, AHT son perfectos para escuchar en tiempos de desconexión mental, por fuera del ritmo ajetreado de la vida cotidiana, incluso en forma de viaje introspectivo.
La cosa se venía poniendo interesante, y a contramano de lo convencional de que los primeros discos de una banda son los mejores, AHT creó una expectativa en mí, y por eso estuve esperando su tercer álbum con bastante ansiedad. La espera terminó ayer, y puedo escribir esta reseña porque me devoré el disco literalmente durante todo el día, y puedo decir que no estaba equivocado.
Bronce es una gema, una auténtica joya de la sonoridad, que deja ver la raíz indie-kraut, pero que ya no es sólo noise y guitarras al palo. Como nunca lo habían hecho, en este álbum AHT deja espacios libres de ruido, desarrollando mucho más los ambientes y los ritmos, pero también creciendo en letras y en melodías, las cuales mantienen el foco en detalles y feelings cotidianos, pero que descubren una vocación pop que siempre les sospeché.
Bronce – Atrás Hay Truenos (2016, Laptra)
El track que abre y le da nombre al disco es poco menos que una obra maestra, y la dulzura y elegancia sonora de canciones como “Perro” y “Río Negro” se mezclan perfectamente con piezas ligeras como las super new wave “Cara de mapa” o “Euro, el reino del amor”, e incluso cierto halo romántico tiene su espacio en este disco, con canciones como “Encuentro” que lo pueden convertir en el disco argentino del año.