CARLOS CELIS
Corría el año de 1998 cuando el responsable de estas líneas llevaba un tiempo haciendo la misma labor que hoy continúa: investigar y reseñar música nueva.
Un día me detuve en una estación de radio porque estaba sonando un remix de “Pacemaker”, de Billie Ray Martin, una canción que me gustaba de una artista que ya seguía. El remix era espantoso y recordé que había leído en su sitio de internet que ella no aprobaba esas versiones. Quise escribir algo sobre eso y le mandé un correo electrónico con algunas preguntas, aunque no esperaba que respondiera. Sin embargo, lo hizo. Y así empezó una amistad por correspondencia, a medio camino entre el romanticismo epistolar y la aparición de las redes sociales.
Todos deberían conocer el nombre de Billie Ray Martin. Es lo que trato de decir. Pero ya sabemos que es algo difícil de pedir en esta época. La cantante alemana está ligada a la historia de la música electrónica más de lo que cualquier iniciado cree.
Formó parte del colectivo S’Express en los años ochenta, responsables de algunos de los primeros éxitos del acid house. También fue integrante de Electribe 101, una de las pocas bandas formales de música electrónica que representaron a la escena por aquellos días.
Con estas y otras colaboraciones su voz quedó al centro y frente de la escena, donde el mundo pudo escucharla. Esa profunda y enigmática voz, un portento que le abrió el mar y le construyó un templo. Algunos incluso la llamaron “El Ángel Azul” del tecno, comparándola con su paisana, la diva del cine alemán, Marlene Dietrich. Y sí, me atrevo a decir que hasta hoy Billie Ray Martin tiene un lugar en la música y es respetada por su voz.
Por eso, cuando en 1994 apareció la que es considerada su canción más famosa, “Your Loving Arms”, el éxito que alcanzó fue más una celebración que un simple one hit wonder. El tema bailable llegó al número uno del Billboard y se convirtió simultáneamente en un himno de la generación raver. Eso no es poca cosa.
Billie Ray Martin se ha descrito a sí misma como “una niña que nació en la zona roja de Hamburgo y que quiso ser una cantante de soul, pero terminó haciendo música repetitiva con máquinas”. Sin embargo, sólo hay que escuchar su interpretación de “You And I (Keep Holding On)”, la balada incluida en el mismo álbum de 1995 donde vienen todos sus éxitos bailables, para entender que nunca abandonó aquel objetivo, lo cual se deja sentir en el timbre y textura que sorprenden por tratarse de una mujer blanca, una voz que parecería cuidadosamente educada, pero que pronto revela la fuerza que solo poseen aquellos que aprenden de la calle.
Nunca más evidente que en su nuevo álbum, The Soul Tapes (2016), un proyecto que tardó más de diez años en gestación. Una colección de canciones de soul y blues, inspiradas en el sonido de la legendaria disquera de Memphis, Hi Records, que fueron grabadas junto al productor Jon Tiven (BB King, Willie Nelson) a finales de los años noventa, pero que quedaron congeladas hasta que Billie Ray Martin pudo retomarlas en 2014 y volvió al estudio con Tiven para darles un toque más contemporáneo.
No es la primera vez que la cantante intenta algo así. En 2001 lanzó de forma independiente 18 Carat Garbage, un álbum con el que ya pretendía explorar el estilo interpretativo y de producción de los grandes músicos de Memphis, pero todavía con un toque electrónico, grabado en los estudios House of Blues y con miembros de la banda de Aretha Franklin y de la propia Ann Peebles.
The Soul Tapes es, al fin, la voz de Billie Ray Martin en su estado más puro y sin adulterar. Nueve temas que oscilan entre el blues, el soul y el country, con un sonido que pone a la batería en primer plano junto a Billie y que se beneficia de la maestría de Simon Kirke (Bad Company). Es la visión de Martin, cristalizada por la experiencia de Tiven y la colaboración de varios músicos experimentados, lo que logra que este álbum suene potente y contemporáneo.
Un largo camino que hoy alcanza una meta importante, cuando el mundo voltea a ver a la niña de Hamburgo con otra luz, diferente al neón de los clubes. Y al mismo tiempo, un regreso discreto pero contundente para Billie Ray Martin, que sin proponérselo está brillando simultáneamente en las pista de baile del mundo, escalando otra vez posiciones en el Billboard con los remixes de DJs influyentes, como Offer Nissim y Dave Audé, para su sencillo “The Glittering Gutter”. Ella, fiel a su personalidad metódica, no aprueba esos remixes… del todo. Pero esta vez quiere divertirse.
La nota empezó con un full-disclosure para poder decir al final que, cuando se trata de Billie Ray Martin, la objetividad tiene poco o nada que ver. Hay cosas que ya están ganadas y muy merecidas. Solo hay que recordarle a los de nuevo ingreso que ella es LA DIVA del tecno, y que no hay otra igual.
Su voz, envuelta por sonidos electrónicos o jugando con covers a David Bowie y los Rolling Stones, es un Don innegable. Y aunque le tomara otros diez años lanzar un disco, lo más probable es que cuando lo terminara, sería exactamente lo que a ella le diera la gana.