ALEX CASTRO
Esta banda sonora se compone de dos tipos de tracks: los que se mandaron a hacer a manera de score para musicalizar ciertas escenas del filme y los que se rescataron del olvido para recibir un nuevo tratamiento.
Las primeras son básicamente suites compuestas por el “Rey Midas” del rock latino Gustavo Santaolalla, quien cumple con su cometido de musicalizar y darle énfasis a la emoción de cada relato (“Pasternak”, “Bombita”, “La Propuesta”, etcétera).
Pero lo más interesante son las canciones desempolvadas de otros discos e incluso de otras bandas sonoras, como es el caso de “Love theme from Flashdance”, de Helen St John, que aquí vuelve a tener una segunda lectura muy apropiada en el contexto de otras escenas, algo que pocos pueden lograr (Tarantino entre ellos, claro).
Y lo mismo sucede con “Aire Libre”, de Lucien Belmond; una canción que desde los sesenta musicalizaba un popular programa de TV en Argentina, y cuyas tonadas suaves y aparentemente inofensivas quedan a la perfección para musicalizar la rabia y frustración del protagonista de otro de los relatos.
Y finalmente, tres cortes de otro de los relatos, que ocurre en el contexto de una boda: primero un medley de una canción gitana con un dialogo (por cierto, el soundtrack hubiera sumado puntos si le hubieran incluido más diálogos de otras escenas), y la muy prescindible –aunque entendible, en el contexto de un casamiento– “Titanium”, de David Guetta con Sia, aunque a cambio cierran (todos de pie, por favor) con una joya pletórica de luz y euforia: “Fly Me to the Moon”, del gran Bobby Womack. Bien ahí.