ALEX CASTRO
La música de Alondra López Bentley está hecha para disfrutarse –o en su caso sufrirse–, pero nunca para etiquetarse o ser clasificada en determinada categoría.
Y es que pudiendo elegir el Reino Unido –región donde nació y meca de la música pop– para edificar su carrera musical, ella prefirió hacerlo desde España, país que la adoptó desde los cinco años de edad.
Y aunque Bentley ha desarrollado buena parte de su carrera rodeada de algunos de los músicos clave de la escena indie de España, como lo hizo en su estupendo debut Ashfield Avenue (2008), tampoco podemos colgarle el marbete de “pop español”, debido a que lo único que la mujer no adoptó de este país fue precisamente el castellano.
Pero los imprevistos continuaron. Luego de su segundo redondo The Garden Room (2012), la mujer hizo otro movimiento impredecible, al pisar en terrenos que la mayoría de los artistas pop suelen evitar: los de la música infantil, en este caso plasmada en el disco Alondra Bentley Sings for Children, It’s Holidays! (2012).
Finalmente, este 2015 la artista vuelve con Resolutions, un disco que no voltea hacia lo inglés, ni hacia lo español o lo infantil, si no hacia los Estados Unidos de América. Es así como de la mano del productor Matthew E. White, Bentley nos regala una decena de motivos para escucharla de nuevas maneras.
Esta vez se le oye más libre y por momentos más cercana al rock setentero y el jazz, y por qué no decirlo, también menos melancólica. Esto no significa que no estén ahí sus murmullos y su canto nostálgico, sino que ese estilo que le conocíamos ahora viene arropado de otros recursos y enriquecido de nuevas influencias.
Quizá la única constante en esta y todas las obras de Alondra Bentley será que, una vez que te agarra el corazón, no te lo suelta. Ahí sí que la podemos tener bien fichada.
Sólo queda preguntarnos si alguna vez podremos volver a escucharla en directo de este lado del mundo, como en aquel lejano 2010, cuando visitó México como parte de la iniciativa Sounds From Spain. Ojalá que sí.
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