CARLOS CELIS
Murió otro de los grandes genios del rock contemporáneo. Sin afán de hacer aspavientos ni correr a ondear las banderas, nos nace decir que Prince era la otra cara de la misma moneda que habitó Bowie. Hoy, sin la plusvalía que ellos dieron a la música, el mundo ciertamente se ha devaluado.
“¿Quién era Prince?” Ya preguntan en las redes sociales. Inevitable. Pero hoy no vamos a dar una clase sobre su vida, que para aprender se supone que también está internet.
Mejor daremos nuestra versión de por qué Prince, también conocido como O(+> será trending topic mundial unos cuantos días y, tal vez con suerte, trending topic nacional unas cuantas horas, antes de que el grueso de los millennials regrese a whatsapp a seguir enviando emojis.
La apropiación cultural es algo muy real. Es un tema que tiene en llamas a caucásicos y afroamericanos de los Estados Unidos y que ha desatado esta nueva ola de racismo de la que hemos sido testigos en los medios de comunicación y en la clase política. ¿Pero por qué parece que en México no nos importa?
Pónganle a la radio (si es que alguien la escucha) o prendan los canales de televisión locales (si es que alguien de ustedes los ve) y analicen cuánto se dice de la cultura negra o cuantos músicos negros suenan en la programación comparados con los blancos. ¿Pocos? ¿Casi ninguno?
Ahí está la respuesta a por qué Prince no será tan recordado como Bowie, al menos en nuestro país. Sí, se oye feo pero hay que decirlo con todas sus letras: es RACISMO. Ese racismo pasivo, tan típico de la cultura mexicana, ese que hace que tantas bandas de rock nacionales imiten a rockeros blancos, que ha impedido que en nuestro país exista una escena de rhythm & blues, que relega a los músicos de jazz, que dificulta todos los días el crecimiento del hip-hop nacional.
Es un hecho, no es algo que nos saquemos de la manga. Se remonta al Porfiriato y es un dato histórico muy conocido entre quienes prefieren abrir libros que aplicaciones: México también ha sido víctima del “blanqueamiento” en diversos momentos y nuestro modelo aspiracional es resultado de ello.
Por eso la gente siempre recuerda a Elvis y no tanto a Fats Domino, a Lennon y no a Hendrix… a Bowie y no a Prince.
Los únicos artistas negros que el mexicano promedio recuerda son los que triunfan en ventas y popularidad, porque son negocio y son parte de un paquete promocional dentro de una disquera. Por eso podemos recordar a Michael Jackson, como seguramente recordaremos a Beyoncé o Rihanna.
Por eso hoy se habla de un Kanye o un Kendrick, sólo mientras el éxito o la fama les dure. Ha sucedido antes. Pero ellos no son ni la punta del iceberg. Muy pocos son recordados por su estatus de legendarios. Prince era de esos artistas que inspiraron a varias generaciones de músicos negros con su innovación y maestría musical, pero también con esa personalidad magnética e inigualable. Es por ello que el respeto se ha dejado ver en redes sociales entre los músicos más influyentes del momento, negros y blancos por igual. Tal vez eso llamará la atención de las nuevas generaciones y los acercará a redescubrir su música. Tal vez eso conteste la pregunta de “¿quién era Prince?”
Dijimos que no daríamos una clase. Acaso, esto es más un sermón. Pero los sermones funcionan precisamente en ocasiones como esta. Nos dejó otro genio cuando la música necesita más de esos, no menos. Entre las condolencias tuiteras hay una de Azealia Banks: “Que ya salgan las siguientes grandes estrellas del mundo. La industria de la música necesita una reconstrucción urgente. Por el bien de la cultura y de nuestros tiempos”.
Él seguirá influyendo a generaciones venideras con el gran legado musical que dejó, que no quepa duda. Se fue el hombre pero se quedó El Artista, antes conocido como Prince.
[…] pies: “Killed Ya”. La que te hará llorar: “Give You Away”. Voces a las que me recuerda: Prince, Dev Hynes (Blood Orange), Tune Abedimpe (TV On The Radio), Kele Okereke (Bloc […]