La vida, la muerte, los supermercados: una historia de Pulp y la gente normal.
POR ESTEBAN CISNEROS / FOTOS: DANIEL ROSAS
Agosto 1, 2014. Guanajuato, Guanajuato
Un vendedor de periódicos. Una vieja, madre de siete hijos, que enviudó muy joven. Una enfermera de Atlanta que viajó hasta Sheffield en un arranque de locura. Una nadadora. Un grupo de canto de armonía. Uno de baile de chicas de secundaria. Uno de ancianos que sienten la música. Un músico andrógino que piensa que el acorde de Re mayor 7 es tristísimo y su compañera, obsesiva de los asesinos seriales.
Unas chicas con mucho frío. Un par de ancianas que ubican bien a Joe Cocker: una ya no puede bailar y la otra se burla de la primera. Un carnicero. Un pescadero. El equipo femenil sub-14 del Sheffield FC. Un tipo que se gana la vida haciendo cuchillos. Una bibliotecaria. Ellos son la gent normal. Y son, junto a la banda más famosa de Sheffield, los protagonistas de Pulp: A Film About Life, Death and Supermarkets.
El documental fue presentado en el Guanajuato International Film Festival (GIFF) en el Bajío. La sesión incluyó la proyección de Three Stones for Jean Genet (un cortometraje de Frieder Schlaich sobre Patti Smith y una promesa de juventud para honrar a su poeta más querido) y una ronda de preguntas y respuestas con Mark Webber, guitarrista de Pulp desde 1995. Además de dar un poco más de luz sobre algunos aspectos del filme, habló sobre sus películas avant garde y la promoción del libro que editó sobre el cineasta Gregory J. Markopoulos, Film On Film.
El documental es una pequeña maravilla para los que hemos crecido (en todo sentido) con la música de Jarvis Cocker y compañía. El hilo del filme es el último concierto de Pulp en Sheffield, el 8 de diciembre de 2012. La ciudad está al pendiente. El grupo se prepara. Y, como ladrillos coloridos en una pared no muy sólida pero sí muy vistosa, hay entrevistas aquí y allá con un orgulloso Steve Mackey en su estudio de grabación, una disminuida Candida Doyle (cuya artritis se agrava cada vez), un provinciano y orgulloso Nick Banks, un brillante e histriónico Jarvis Cocker y un Mark Webber con los pies en la tierra, tímido, que habla en voz bajita y prefiere no ser el centro de atención, tal como se mostró en la presentación en un Auditorio del Estado que no alcanzó a llenarse, pero que aplaudió con ganas y respeto a este tipo que es parte de esa música maravillosa que retumbó en el foro.
Porque la música suena impresionante: es un Pulp maduro, el de la gira de 2011 (que pisó México), el de Jarvis con barba y gafas, el que tiene como miembro honorario a Richard Hawley. Algún espectador se quejó con Webber porque hicieron falta muchas canciones emblemáticas en el soundtrack. “Es que hay muchas”, se limitó a responder, serio: “Supongo que éstas eran las adecuadas.”
El director Florian Habicht (Woodenhead, Love Story) hace un gran trabajo al dar ritmo y emoción al filme con los testimonios de la gent normal a la que Pulp ha pretendido dirigirse desde siempre: el vendedor de periódicos que ya tiene su boleto para ver a su grupo favorito de la ciudad, la madre de siete que prefiere a Pulp que a Blur “por sus letras”, la enfermera que voló desde Atlanta sólo para asistir al concierto, la nadadora que usa calzones con la palabra “Jarvis” en el trasero, el grupo de canto de armonía que hace una versión de “Common People” y el grupo de danza que hace lo propio con “Disco 2000”.
También los ancianos que cantan “Help The Aged” desde el corazón, el músico y su compañera a los que Pulp salvó literalmente la vida con ese acorde Re mayor 7, las chicas que se saben todas las canciones, las ancianas que creen que Joe Cocker es padre (o al menos tío) de Jarvis, el carnicero que no cree que los Pulp sean gent normal, el pescadero que tal vez les conoció antes de ser famosos, el equipo femenil entrenado por Nick Banks (orgulloso sobrino de Gordon Banks, por cierto) que lleva la marca Pulp en el pecho como patrocinador, la bibliotecaria que considera sus letras un poema. Gente como uno. Gente que se emociona con la música porque le dice algo sobre sus vidas.
Esa misma gente estaba en el último concierto de Pulp en Sheffield y el último de aquella gira final. O eso creímos todos hasta que Mark Webber soltó la sopa, decepcionado: “Este no fue el último. Hicimos otros dos o tres en un crucero, tocando para ricos norteamericanos. No precisamente common people y es triste. Pero el grupo quería irse de vacaciones. Así es esto”.
C/S.
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[…] la fama, el amor, la muerte y el mantenimiento automotriz. Si no pudiste verla el año pasado en el GIFF Guanajuato, esta es tu […]