ESTEBAN CISNEROS
1. Polly Jean Harvey es una gigante de la música. Punto.
Oh, que debo escribir una reseña completa. No hay problema, de todos modos hay mucho que decir. Porque, sí, PJ Harvey ha lanzado nuevo disco. Se llama The Hope Six Demolition Project y es un trabajo importante. Intentaré ser coherente. Atención:
2. No suelo hablar mucho de ella. No es de los músicos de los que hago CD-Rs o cassettes para los amigos porque tienes que escucharlo, menda. De alguna manera, la doy por sentado: a todos debe gustarles PJH, ¿o no es así?
3. Oh, mira: yo llegué a tener tachueleada en mi pared una foto de Polly. Aquella de Lick My Legs, por supuesto. Toda una declaración. ¿Dónde quedó, por cierto? ¿Tan viejo y aburrido me he vuelto? En mi pared hay bien pocas cosas. Lo corrijo desde ya. Gracias, Polly.
4. Esperen: ¿cuándo fue la última vez que dije que no a Polly? No existe esa vez. Con cada álbum me entusiasma igual o más, con cada nueva escucha hacen ejercicio la cabeza y el corazón, cada canción tiene el potencial de ser un himno.
5. El mundo está del carajo. Es una puta mierda, ¿no? Cada vez me amafaldo más leyendo las noticias o mirando mis timelines de red social. ¿Qué carajos se puede hacer?
6. Viajar. Vaya tema: las redes sociales y los millenials me insisten en que consiga un boleto de avión y encuentre la felicidad. De eso se trata todo esto, me dicen para convencerme. Viajar es lo de ahora: pareciese que si no viajas no creces, no eres, no aprendes. Alto aquí: ¿por qué? Entiendo, claro, todo eso de conocer distintas perspectivas, otras costumbres, ver el mundo desde luces diferentes, sentir las latitudes, conversar con la otredad. Suena genial. Pero, ¿es real? ¿Sucede de verdad? ¿No es otro ejercicio narcisista?
7. Ojo: las preguntas no son retóricas. Y la respuesta es un claro y franco no-lo-sé. Porque raras veces uno viaja al ojo del huracán, ¿cierto? Las ciudades ya están hechas de rutas que evitan al foráneo ver lo que no conviene ver. Que es, casi siempre, donde está la perspectiva. O eso creo, porque viajero no soy.
8. Ahora, que si eres Polly Jean Harvey, la chica de Bridport, la de octubre, la del année erotique gainsbourgiano, viajar tiene todo el sentido del mundo. Porque se tiene la sensibilidad y la posibilidad. Se sale de ruta porque… porque puede. Se mete al corazón de las ciudades y los países, que late de dolor y miseria, puta miseria. Polly viajó, rodilla con rodilla con Seamus Murphy, el reputado fotógrafo y cineasta, por tres años.
En su itinerario se contaron Kosovo (estado independiente de Serbia desde 2008 y que aún lucha por su estatus como estado reconocido internacionalmente) y Afganistán (el país más noticioso del XXI hasta ahora), dos países en problemas. Pero también Estados Unidos, con una parada estratégica en Washington, D.C. (¿el lugar donde se crean y resuelven los problemas del mundo?)
Ahí, Polly tomó un tour que no incluyó el Capitolio ni el Smithsonian; guiada por Paul Schwartzmann, periodista del Post, conoció el programa HOPE VI, que consiste en reducir (e intentar dejar en cero) el índice de criminalidad en los barrios más violentos de la capital del imperio, pero con consecuencias nefastas: tiene, en realidad, un trasfondo de “limpieza social” y está desplazando a miles de personas fuera de la ciudad o a otras zonas de la periferia, una especie de gentrificación coercitiva. De ahí el título de su nuevo disco. Es un proyecto de demolición, es una declaración de guerra interna, una gigantesca escoba que se lleva a miles de personas que son parte de la nación.
9. A mí esa historia me suena. Está sucediendo en todas partes.
10. ¿Y si Polly hubiese venido a México?
11. PJ, por supuesto, hizo un disco sobre el asunto. Sobre Kosovo y Afganistán y Washington. Sobre el mundo, esa roca con miles de millones de entes que tienen la razón. Por eso estamos aquí.
12. Stop! ¿Cómo se atreve? ¿Explota tragedias humanas para hacer canciones? ¡Oh, alto ahí, inquisidor-del-veintiuno! Te vi llegar desde lejos. Documentar al ser humano, reflejarlo, reproducirlo (como quieras llamarlo) es la labor de la música y del arte y lo va a hacer. Han llovido críticas, sí, preguntándole a Polly que si tan involucrada está en el asunto por qué no plantea una solución. Epa, que no hay problema de inicio, pero sí cuando quienes alzan la voz en ese tono son quienes justamente sí que deberían poder plantear una solución.
La política ya no es más que un lobby, una institución podrida al servicio de sí misma. Una imposición. Un estorbo. Una puta piedra en el camino que, carajo, rueda y recoge polvo y pinches microbios y lo jode todo, mientras asegura que es ella quien hace camino. ¿Polly debe plantear soluciones? ¿Debe un músico? Puede. Pero lo primero es cantar la situación, ponerla en términos emocionales. Hacer rodar otra piedra. A ver qué sucede.
13. Dylan y los folkies rijosos de los sesenta hicieron esto mismo y hoy son carne de cartel.
14. Ojo, que lo de Polly no es folk ni es canción protesta. Es más, ¿cómo decirlo? ¿Comentario social? No hay mesianismo ni falsas soluciones ni frases para el bronce. No es Live Aid ni pretende serlo. En The Hope Six Demolition Project se habla del Siglo XXI con lucidez y rabia. Nos pone en una sintonía especial en la que nos damos cuenta de que hay que estar en guardia pero, hey, también tenemos la sartén por el mango. Somos un chingo.
La voluntad se ha demostrado con creces y, además, hay herramientas a la mano (si es que dejamos de usarlas para #YOLO y esperar el último meme de la última sarta de necedades cíclicas.) Pero, ay, si no nos ponemos de acuerdo esto se irá al carajo y qué complicado es ponerse de acuerdo porque vivimos en esa roca con miles de millones de entes que tienen la razón y esa razón es única pero universal. Con un carajo. Play.
15. Comentario sobre la música: el LP fue registrado de una manera poco ortodoxa que hay que notar porque parte esencial de la música grabada es cómo y desde dónde se le aborda y hay que terminar de entenderlo. Va así: en más o menos un mes, la Somerset House, un palacio Tudor londinense que acoge el King’s College, abrió al público una serie de sesiones a modo de exposición museística o, para usar un término más adecuado para los tiempos y las formas, un performance o instalación dinámica.
Se anunció como Recording in Progress y, tras dejar todo teléfono, cámara o aparato de comunicación en la puerta, uno podía ingresar a ver y escuchar cómo Polly, el gigantesco productor Flood y John Parish (más un puñado de músicos de sesión) grababan el disco en un estudio hecho a la medida. Polly y los suyos ni enterados de la gente, porque estaban detrás de un cristal como estos que ponen en estaciones de policía y en salones para focus group: el público la veía y ella no a ellos, acaso porque la idea de la interacción millenial no va siempre con la creatividad.
16. El disco, por cierto, suena a la Polly de siempre. Es decir, un paso adelante cada vez. Pero con la mirada atrás y adelante: hay labour songs y rock’n’roll, jazz a lo Impulse (Alice Coltrane en mente, seguro) y secuencias electrónicas. Se deja escuchar de corrido y puede uno seleccionar una canción al azar, espotifiar, y aun así funciona y emociona. En mi experiencia, así es como funcionan los grandes discos.
17. En una época de partidas y de dudas, PJ Harvey está presente. En una época de convulsiones e imbecilidad, es bueno saber que hay gente lúcida que está cantando para decirnos cosas. Hay que prestar oído y poner el pellejo, que tal vez será requerido.
C/S.
[…] bastante conocidas y experimentadas en varias ocasiones como las de Band Of Horses o The Kills y PJ Harvey, a quienes vimos y comentamos recientemente en Sziget […]