CARLOS CELIS
Hay que seguir soñando… y hacerlo a todo volumen.
Lo mejor que pudo pasarle a los Pet Shop Boys en esta etapa de su carrera se llama Stuart Price. Desde los primeros coqueteos y colaboraciones (fue el responsable de juntarlos con Madonna para el remix de “Sorry” en 2005), algunos remixes propios (“Heart” en la versión de 2010, “Memory of the Future” en 2012) y aterrizando en la producción de un álbum completo, el exitoso Electric, de 2013.
Ese álbum terminó por convertirse en el lanzamiento más vendedor de PSB en veinte años y con el que volvieron a subir en las listas de popularidad del Reino Unido, llegando hasta el segundo sitio. No extraña entonces que Stuart Price regrese como productor de Super (2016), ya que lo que este genio musical ha logrado no es que los Pet Shop Boys se adapten al modo de la música electrónica actual, sino que la música electrónica actual se adapte al modo de ellos.
A primera impresión, Super parece una continuación de Electric en más sentidos que el literal. Desde antes del lanzamiento yo lo he llamado “Electric for dummies” porque incluso con sus primeros sencillos han seguido el mismo patrón: “Inner Sanctum” como “Axis”, es una pieza instrumental que funciona como aperitivo.
Por otro lado, “The Pop Kids” es un sencillo pegajoso que cuenta más o menos la misma anécdota que “Vocal”, evocando los años noventa y el idilio entre música y juventud. Nota personal: La letra de “The Pop Kids” es tan abiertamente pop que no le llega a los talones a “Vocal”. Es como si el estudiante de filosofía fuera a la misma fiesta con su amiga la borracha y después ambos contaran cómo les fue esa noche.
Pero justamente esa es la belleza de Super. En tiempos que el déficit de atención de la gente sufre raudales, se ha vuelto necesario repetir la misma idea una y otra vez, hasta que llegado el tiempo correcto las cosas caigan en su sitio. Una gran idea no tiene por qué morir tan pronto, sobre todo cuando hay tanta gente que puede disfrutarla. Y en ese sentido este nuevo álbum podría ser otro gran éxito para los PSB, algo que no les habría salido mejor si lo hubieran planeado (wink, wink).
Los seguidores del dúo británico conocen la tradición que ellos tienen de darle a sus álbumes títulos de una sola palabra, así que síganme la corriente y juguemos un poco con esa idea. Este hubiera sido un gran momento para que los Pet Shop Boys lanzaran un álbum que se llamara Techno. Con la orientación eufórica y bailable que han seguido desde Electric y que continúa aquí, además tomando en cuenta que la música electrónica ya es casi parte integral de la música pop y que produjeron este disco entre Londres y Berlín, se antojaba que Chris y Neil nos presentaran una de sus producciones más arriesgadas, pero aunque los beats de Stuart Price siguen subiendo de intensidad y eso indica que van por buen camino, Super es más bien ligero. En todo caso, este álbum pudo llamarse Pop, un título que se han reservado bastante: Release (2002) pudo tener ese nombre, y ciertamente Yes (2009) se hubiera beneficiado con un título así.
Pero no. Si acaso Super podría tener un mejor título, y ese sería Millennial, uno que engloba su sonido, sus intenciones y el sentido de actualidad. En mi defensa apelo a la tercera canción de este nuevo álbum, convenientemente nombrada Twenty-Something, y que es un híbrido entre techno pop y reggaeton que encuentra punto de comparación con “How Can You Expect To Be Taken Seriously?” (1991) y que reflexiona sobre la mentalidad consumista de los veinteañeros contemporáneos y lo hace a un ritmo que solo podría estar mejor con una colaboración de J Balvin.
¿Ironía? No del todo. Parece que los Pet Shop Boys decidieron descansar un poco de su característica intelectualidad. A decadent city in a time of greed, recita Neil en “Twenty-Something”, uno de los pocos momentos del disco donde la reflexión está por encima de los beats, y luego vendrá un desfile de coros pegajosos en “Groovy”, “Undertow”, “Say It To Me” y “Burn”.
Quiero hacer notar que aquella vieja rivalidad que los Pet Shop Boys mantuvieron con Madonna ahora se ve sustituida con referencias más jóvenes. No puedo dejar de pensar en los muchos paralelismos que hay entre “The Pop Kids” y varias canciones de Charli XCX. Pero mientras con Madonna compitieron por la calidad de la música, hoy ambos parecen competir con las nuevas generaciones para decir “Yo estuve en los noventa primero”.
Sin embargo, hay algo en la sangre de este álbum, un estilo de nostalgia que hace pensar lo mismo en la música concreta (constante referencia de este grupo), que en el estándar del easy listening y eventualmente en el sonido de la balada sicodélica tan popular en los años sesenta y setenta. Es algo muy sutil y que probablemente no sea intencional, pero que se alcanza a escuchar en los temas más suaves del álbum, que por cierto no son pocos: “The Dictator Decides”, “Sad Robot World”, “Into Thin Air” e incluso “Twenty-Something”. Es aquí donde llama la atención que Neil Tennant dejara entrever una próxima colaboración con Stuart Price para un álbum de temas más suaves.
Los Pet Shop Boys se tardaron tres años en regresar con esta producción y si algo no ha cambiado es que la competencia no descansa pero ellos siguen dando la batalla. Too much ugly talking, too many bad politicians, we need some practical dreamers and maybe a few magicians, dicen en “Into Thin Air”, canción con la que cierra el disco.
Es difícil mantenerse de pie y con dignidad en mundo competitivo, ambicioso y decadente. Qué suerte que aún quedan algunos magos como Neil Tennant y Chris Lowe, quienes nos dicen que hay que seguir soñando y hacerlo a todo volumen.