CARLOS CELIS
Everyone I hoped would be around has come along… For the music.
“Vocal”, Pet Shop Boys.
A inicios de los años noventa podías ir a un rave en la Ciudad de México o Guadalajara y vestirte para la ocasión –o no–; echarle imaginación con un atuendo extravagante o simplemente tomar prestada la ropa deportiva de tu hermano –su jersey con franjas–, sacar los libros de tu mochila, colgártela en la espalda, llamar a los amigos y ya estabas listo. Podían ir a emborracharse –o no–, a meterse unas “tachas” –o no–, a tomarse un smart drink –o no–, y también podían ir a bailar… Pero todos –todos– íbamos a escuchar la música. Música que no podías escuchar en ningún otro lugar.
Los Pet Shop Boys logran capturar muy bien ese sentimiento en la letra –y el sonido– de su canción “Vocal”, que forma parte de su nuevo álbum Electric, y en el video que la acompaña eligieron retratar, con imágenes de archivo, precisamente la era del rave; una época que si bien no fue la que los vio surgir en el panorama musical, sí fue la cúspide de todo aquello por lo que habían luchado como creadores de música electrónica: la consagración de un género musical. Y de paso, la consagración de ellos mismos como pioneros.
“Every track has a vocal… And that makes a change…”
Durante el ascenso de la música electrónica, sus detractores, aferrados a viejas fórmulas y sonidos, crearon una etiqueta que la acompañaría por siempre, como sinónimo de su vergüenza: “punchis punchis”. Con ello hacían referencia al ritmo, y a esa monótona estructura de cuatro cuartos que la mayoría no entendía, pero que de origen ha sido parte esencial de su propuesta: un ritmo hipnótico que induce a un estado de trance y euforia.
Como DJ de raves en México aprendías muy pronto la diferencia entre una canción y un track. Las canciones no eran bien recibidas por los danzantes, porque el pop era algo de lo que todos queríamos escapar, una canción era la mismísima representación del sistema represor por el que elegimos vivir de noche. Fueron muy pocos los himnos que nos acompañaron, que nos hicieron corear la letra. Siempre preferimos los sonidos, las tonadas, los beats, es decir, los tracks.
Y resulta que “Axis”, el primer sencillo de Electric, es un track prácticamente instrumental que incluye palabras como “energía” y “eléctrico”, que acaso sirve para apuntar hacia el concepto electrónico y bailable de este nuevo álbum, y que se presentó como grito de guerra que preparó el terreno para “Vocal”, segundo sencillo, que con letra evocativa funciona como una perfecta declaración de principios.
Entre lo experimental y el pop
Los Pet Shop Boys han viajado intermitentemente entre lo instrumental y lo “vocal”; o sea, entre el track y la canción, entre lo experimental y el pop… es decir, entre Chris Lowe y Neil Tennant. Su discografía cuenta con B-sides predominantemente instrumentales que son tan importantes como sus canciones más reconocidas: “The Sound of the Atom Splitting” (1988) y “Music for Boys” (1991) son algunos ejemplos. Incluso su álbum más pop, Very (1993), contó con un EP anexo, Relentless, también instrumental, que ya mostraba una paleta de sonidos que serían popularizados más tarde por gente como The Chemical Brothers.
Electric tiene entonces esa lectura. Estamos ante unos pioneros que saben lo que hacen, que pueden elaborar lo mismo piezas de arte que canciones pop, y que lo harán sin pedir perdón ni permiso.
“Expressing passion… Explaining pain”
Otra línea del sencillo “Vocal”, pero esta nos remite a una de las composiciones más famosas y sofisticadas de Neil Tennant: “Left to My Own Devices” (1988). Ahí, el cantante y compositor deslumbró con la frase “Che Guevara and Debussy to a disco beat”, que era una breve pero concisa explicación de su concepto como banda. Los Pet Shop Boys siempre aspiraron a la sofisticación musical de un Claude Debussy con la actitud política de un Che Guevara, pero sin renegar del hedonismo y escapismo de la música “disco”.
He conversado un par de veces con Neil Tennant y Chris Lowe, y en ambas ocasiones platicamos sobre sus letras y sobre cómo por ellas su propuesta musical fusiona la solemnidad del pensamiento intelectual con la energía liberadora del baile. O dicho con otras palabras: de cómo el baile expresa la pasión mientras que la letra explica el dolor. Los Pet Shop Boys son famosos por crear, hasta la fecha, las canciones más tristes con beat.
Electric es un álbum producido por Stuart Price –el mejor de sus pupilos–, un joven músico que era fan de bandas de los ochenta, como los mismos Pet Shop Boys y que llevó lejos esa admiración para convertirla en experiencia, produciendo recientemente a leyendas como Madonna y ahora cerrando ese círculo… a los propios PSB.
Con apenas nueve canciones, Electric es más cercano a un EP, pero sirve además como parteaguas en la carrera de estos músicos consagrados que, a estas alturas del partido, se arrojan a la aventura independiente, primero abandonando EMI y ahora dejando Parlophone, y creando su propio sello “x2” (Times Two).
Electric es un catálogo de sonidos electrónicos y canciones pop que revisita estilos que están otra vez en tendencia, como el italo disco, acid house, EBM, techno pop… Todo aquello en lo que los Pet Shop Boys son expertos. Pero la producción de Stuart Price le da ese toque contemporáneo que remite a estilos más de este siglo, como el dreamwave, fidget o incluso tintes del manoseado EDM. Como resultado, ninguna canción es igual, a pesar de llevar la electrónica como hilo conductor.
Son las letras las que ayudan a darle más dirección. Hablan sobre la energía que hay en el amor juvenil, la libertad, la rebeldía y las ganas de vivir. Destacan canciones como el tercer sencillo, “Inside a Dream”, además de “Bolshy” y “Shouting in the Evening”. No puede faltar una canción sobre el fin del mundo, “The Last to Die” (cover a Bruce Springsteen), con un cierto toque a la The Killers (suponemos que cortesía de Price, productor de ambos), o la inexplicable y ñoña “Thursday”, que parece una respuesta al “Friday” de Rebecca Black y que sólo se salva por la participación del rapero Example.
Merece especial atención “Love Is A Bourgeois Construct”, la pieza ambiciosa y grandilocuente que es piedra angular de cualquier producción Tennant/Lowe, aquí con coqueteos a la música clásica y a la música concreta, ecos de “Go West” (1993) y “Left to My Own Devices” –pero mucho menos sofisticada– y con letra que habla de la economía mundial y de cómo el amor es hoy un lujo.
Es ahí donde los Pet Shop Boys triunfan… o fracasan, según sea el caso: Tratando de conectar con esta generación, que se ha caracterizado por la pose, el desapego y la apatía; con canciones que invitan al compromiso, la conciencia, el pensamiento político y la actitud “verde”, que pueden ser un arma de doble filo. Los noventas podrán estar de regreso, pero ya no son los noventas.
“This is my kind of music… They play it all night long”
En años recientes, uno de los temas más calientes entre conocedores y puristas de la música ha sido el aparente desprecio que hay por la historia musical y la creciente ignorancia que existe, no sólo entre los nuevos públicos, sino también entre los nuevos exponentes de la música. Esto por supuesto se extiende a la música electrónica –o sobre todo a la música electrónica–, porque es un terreno aún polémico donde no hay una “historia oficial” que contar, por la simple razón de que no ha terminado de escribirse.
Todos quieren ocupar un lugar, aunque solamente unos cuantos privilegiados ya están tranquilos porque saben que tienen bien ganada su página en ese libro. Todavía son menos los que, además de tener asegurado su sitio, pueden presumir de seguir activos, y los Pet Shop Boys son de esos pocos.
A veces amados, pero muchas veces menospreciados, han luchado constantemente por ese lugar y saben lo difícil que es mantenerse ahí, cuando cada día surgen más y más exponentes jóvenes que se convierten en la voz de las nuevas generaciones. Con idas y venidas de géneros, subgéneros, estilos y modas en la música electrónica, incluso algunos exponentes que creíamos intocables ahora son intrascendentes… aunque siempre existe la posibilidad de verse restituidos, según dicte la tendencia del momento.
Los DJs que estuvieron activos entre los ochentas y noventas hoy se quejan de la falta de respeto que hay por lo que ellos consideran su aportación a la música. Para las nuevas generaciones de DJs y productores es como si nunca hubieran existido. Esta es una ofensa que raya en traición, si tomamos en cuenta que entre artistas de la electrónica siempre ha sido costumbre reconocer las raíces y “los maestros”.
¿Y el público…? Más o menos igual, “durmiendo el sueño de los justos”, ignorando lo que hubo antes porque, si los promotores de esta música no lo toman como su responsabilidad, ¿por qué habrían de hacerlo ellos? La ignorancia es la felicidad y, ultimadamente, al calor de la fiesta ¿de qué sirve saber lo que hubo antes?
Conocer la historia de la música es tan importante como saber la letra de una canción: No es esencial, pero te da elementos para disfrutarla mejor y para ser parte de una experiencia mucho más grande. Los Pet Shop Boys saben la historia, saben la letra, y además saben cómo bailar la canción. Si son o no son esenciales, ya es decisión de quien los escucha.