Desde hace unas semanas me ha llegado una etapa Rigo; nunca le había entrado así de lleno…
MAURICIO ESPARZA OTEO
Mi generación creció con el estigma de que Rigo era un producto chafísisma para el pueblo, en los setentas la clase media no lo escuchábamos. No, no. De entrada no era nada cul oír música en español y mucho menos esto.
Pero al día de hoy las cosas han cambiado, y el tiempo nos da una perspectiva distinta de las cosas. Mucha de la música que escuchábamos se ha olvidado por completo y, en cambio, Rigo se ha convertido en una figura más que trascendental de la música popular mexicana.
Antes de ser famoso, Rigo trabajó en Estados Unidos; se fue para allá con sólo 30 centavos en la bolsa y comenzó a desempeñarse en varios oficios. Trabajando de barman se le ocurrió formar un conjunto musical como atractivo para el bar. Juntó dinero y grabó un sencillo con sus ahorros, el cual no tuvo éxito, pero sí funcionó como carta de presentación para llamar la atención y así grabar su primer disco: Matamoros Querido, que dicho sea de paso es el que más me gusta de todos.
Durante su estancia en aquel país se hizo fanático del rock; escuchaba bandas como Black Sabbath, Scorpions, Queen o Creedence. De hecho su look lo crea de algunas de esas influencias: lentes oscuros RayBan, jeans, pantalones y chamarras de cuero, pelo largo… En su música incorporó algunos elementos del rock, como las guitarras eléctricas, los sintetizadores o las baterías electrónicas, sonidos que no se habían explorado a estos niveles en la música tropical o romántica. También incursionó en la música disco e incluso algunas de sus composiciones instrumentales están influenciadas por Vivaldi.
Un álbum que vale la pena destacar es Dos Tardes De Mi Vida, grabado en los estudios Abbey Road. Resulta que en 1977 Rigo fue al Reino Unido, buscando un tratamiento (que consistía en piquetes de abejas alrededor del ojo) para su ceguera, y allá compuso algunas canciones que grabó junto a la Costa Azul en los estudios de los Beatles. Cuentan que alguna vez Marco Antonio Solís, “el Buki”, se refirió a este álbum como una pieza indispensable para comprender la música romántica.
Yo creo que lo importante de Rigo no está en lo musical, porque buscar calidad o valores de producción aquí no viene al caso. A mí lo que me mata de Rigo es su capacidad para conquistarnos con lo elemental, y la fuerza de temas como “Triste Navidad”. Pocas canciones tan trágicas como esa. Me viene a la mente, por ejemplo, otra triste canción navideña: “25th December”, de Everything But The Girl, que también es muy melancólica, pero nada que ver con la interpretación, el sentimiento de Rigo y lo perfectamente bien resuelta que está, porque con lo más básico, la hace una pieza brutal.
Así pues, me estoy dando a la tarea de conseguir todos los vinilos de Rigo; me interesan sobre todo los primeros, que fueron los que editó durante los setentas, todavía con el crédito de su conjunto Costa Azul. Ya para los ochentas su discografía no es tan sólida; comienza con un sencillo de rock muy bizarro, luego están sus discos con mariachi, de estas etapas yo rescataría algunos hits descomunales como podrían ser “Quítate La Máscara” o “Perdóname Mi Amor Por Ser Tan Guapo”, pero realmente el Rigo que a mí me cautiva es el primero, el de los setentas.
Alguna vez Carlos Monsiváis se refirió a Rigo como “El Naco Arquetípico”. La palabra naco, venga de quien venga, da la sensación de estar fuera de lugar, porque aunque seguramente Rigo fue el prototipo del naco o de lo “carente de buen gusto”, a mí la música con “buenos modales” con “buen gusto” es la que menos me llama.
Una de las palabras más bellas y completas del mundo es “amor”… y Rigo es amor.
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