JACOBO VÁZQUEZ
Con 50 años recién cumplidos, treinta años de carrera y sobreviviente de una cardiopatía que lo hizo pensar seriamente en la muerte, el de San Sebastián decidió homenajear al órgano más importante del ser humano poniéndolo en el título de su noveno álbum solista.
Un álbum “artesanal”, ya que Mikel se encargó de tocar todos los instrumentos y si a eso le agregamos que Paco Loco (el “Rey Midas” del indie español) lo produjo, tenemos en nuestras manos un dulce para los oídos. La producción nos muestra el gusto de Mikel por la música de finales de los sesenta y principios de los setenta, de tal forma que las canciones huelen a madera y a bulbos.
Musicalmente, se reconoce inmediatamente el sello de Erentxun en temas como “Los Muros de Jerusalén” y la hermosa “Dakota y Yo”, mientras que por otra parte se nota la influencia de Diego Vasallo, su compañero de Duncan Dhu, en temas como “El Corazón del Dragón”.
Hay que reconocer que Mikel Erentxun ha grabado un disco con pasión y que despierta el interés de verlo interpretar estos nuevos temas en vivo, aunque será un reto llevar este sonido conseguido en el estudio al escenario. Quizá un álbum de solo diez canciones y no de dieciséis, le hubiera dado el equilibrio justo entre calidad y cantidad, pero su trayectoria le permite darse esos gustos y más, porque dentro de poco editará un EP con los temas que no entraron aquí.
Como nota final, la palabra corazón está incluida en todas las canciones.
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