ALEX CASTRO
No puedo con la música triste. He estado pensando en ello desde hace algunas semanas, sobre todo cada que me llega alguna propuesta musical y se trata de música lenta, afligida, apesadumbrada… Pesarosa y -creo que- perezosa.
Me llena de angustia cuando escucho tanta música reciente de este tipo, especialmente cuando se trata de nuevos talentos que rondan los 20 años de edad. Quizá porque creo, tal vez erróneamente, que las nuevas generaciones deberían ser las más vibrantes y llenas de energía del panorama musical.
Me dirán que son tiempos duros, lo sé. Que la crisis, la pandemia, la violencia y lo incierto del futuro no son para menos. Aunque también sé que, al menos desde que ustedes y yo llegamos a este planeta, ya existían casi todas estas -y otras- desgracias.
No puedo con tanta música triste que hay por ahí, sonando. He pensado en ello a raíz de la propuesta de artistas como Billie Eilish, que llamó la atención de medio mundo y se embolsó cuantos premios se le pusieron enfrente por su álbum debut de 2019.
Tuve que intentar varias veces y hacer un esfuerzo extra para escuchar completa dicha grabación, ya que más de la mitad de sus tracks tienen ese matiz nostálgico, parsimonioso… Tanto, que se antoja inyectarse atole en las venas y esperar a que llegue una muerte igual de lenta.
Pero mi mayor sorpresa vino cuando este 2021 se anunció un nuevo disco de la cantante, que llevará el titulo de… Happier Than Ever, quizá como una especie de ironía que no estoy entendiendo, porque, a juzgar por los tres sencillos de adelanto que se han publicado, tampoco son un derroche de felicidad, ni mucho menos.
No puedo con tanta música triste, pero no me malinterpreten. Esto no significa que solo esté esperando escuchar música feliz. Afortunadamente, existen muchos otros tipos de emociones y sentimientos que los artistas transmiten con sus obras, tantas como se muestran en la famosa “Rueda de Plutchik”; un modelo con ocho emociones básicas, además de las distintas intensidades para cada una y sus posibles combinaciones:
O sea que sí hay opciones.
Entiendo que todas las emociones son válidas y que no se le debe reprochar a un artistas que se exprese de tal o cual modo.
Recientemente me encontré con el disco de una artista mexicana que me parece como una especie de equivalente local de la mencionada Billie Eilish. Se hace llamar “Bratty”, y su nuevo disco se titula tdbn, que significa “Todo bien”, pero qué flojera escribir dos palabras tan largas completas, ¿no?
Y nada, lo mismo: Buenas canciones, bien producidas y bien ejecutadas, pero lentas, cabizbajas… Tristes.
No me malinterpreten. Yo también disfruto de las canciones lentas, nostálgicas. Incluso creo que siempre viene bien una canción de este tipo en medio de un disco completo, y que eso ayuda a balancear una obra completa… ¿Pero un disco entero de canciones tristes? Definitivamente no es para mí.
No estoy en contra de las canciones tristes, sino de los artistas que son como una especie de embajadores de la tristeza. Creo que por eso nunca me engancharon estilos musicales como el dream pop o el llamado sad pop. Sí, existe esa etiqueta, aunque usted no lo crea.
Espero no herir susceptibilidades. Solo pienso que la vida ya es suficientemente triste y miserable, como para abonarle más de eso a través de la música.
¡Menos música triste, por favor!
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