MAURICIO “MICRO” ESPARZA OTEO
FOTO: David Alberto Díaz Vilchis
Suelo pensar que lo he escuchado todo, que difícilmente alguien puede llegar con algo nuevo, o por lo menos nuevo en el ámbito personal ya sea de bandas, proyectos o músicos emergentes que no he escuchado y que me puedan sorprender.
En eso, los canales de difusión de la música independiente (Bandcamp, Spotify o similares) juegan un papel fundamental, porque en teoría pueden ser muy generosos y ponernos al alcance cosas que ni imaginamos, ya que son medios muy masivos. Muchos proyectos emergentes buscan estar en estos canales como un fin, por lo que rápidamente llega el desencanto.
Lo verdaderamente importante y difícil, es que te escuchen; generar ese click de ratón aparentemente intrascendente, pero que hace la diferencia. Muchos escuchas y consumidores tenemos muy claro lo que significan esos clicks y los administramos. Conocemos el valor de un “Me Gusta”, de un “Comentar”, o de un “Compartir”, por lo que no andamos regalando clicks sin ton ni son.
Pero como también hay que arriesgar, me gusta darle ese valioso click a un músico independiente, porque no tiene caso darle uno más a Britney Spears… Utilizar estos espacios para escuchar lo mismo de siempre es desaprovechar una oportunidad de sorprendernos, de buscar cosas distintas y de experimentar.
Tal es el caso de Azain, un proyecto mexicano al que llegué a través de clicks por aquí y por allá, y que hace un especie de pop experimental, por momentos muy extraño. Tienen sus cosas muy peculiares, como por ejemplo un idioma que apareció en los sueños del autor y que después él mismo adaptó para utilizarlo en su primer álbum.
Como verán Azain no es tarea sencilla, sin embargo sus sentimientos están perfectamente bien expuestos: tristeza, melancolía, pasajes introspectivos inspirados en la muerte de un ser querido, árboles solitarios, mujeres pájaro, miedos internos… toda una joyita de la psicología.
Azain tiene dos discos, el primero es homónimo (2013) fue producido, grabado y mezclado él mismo, y tiene un corte mucho más experimental. El segundo Amoureux (2014) en principio está cantado en francés, segunda lengua del autor, y tiene la colaboración de sus amigos músicos que siempre están cerca de él.
A mí me gustó mucho más el primero, Azain, porque tiene mayores niveles de experimentación; es un trabajo mucho más introspectivo que da para muchas lecturas y hay que escucharlo varias veces. El segundo, sin perder lo interesante y la esencia de la propuesta, es un disco mucho más digerible.
Así pues, seguramente me quedan aún muchos más clicks dedicados a este novel compositor mexicano, cuyos acertijos psicológicos aún estoy interesado en resolver… Y aún más intrigado por ver cómo se puede desarrollar esto en un futuro, así que estaré pendiente de este extraño paisano.
–