ALEX CASTRO
Veo el anuncio de Nextel sobre el concierto de Paul McCartney y me sorprende la cara dura que tienen los promotores para incluir el logo de The Beatles, en pleno 2012. Y me pregunto: ¿Era necesario?
Conozco a varias personas que son fans de los Beatles y/o de Paul McCartney, pero aquí voy a referirme a nosotros, el resto de los mortales. A los que nos mostramos eufóricos por este nuevo recital, argumentando: “Es que es histórico” o “Es que es un Beatle”.
Obviamente, el mayor capital de McCartney es haber formado parte del cuarteto más grande y famoso de todos los tiempos, por ello nunca ha renunciado a interpretar las canciones del grupo en sus shows.
Pero recordemos un par de detalles: 1) Un recital de Paul McCartney no tiene nada de histórico, puesto que ya se ha presentado en México en varias ocasiones y probablemente lo seguirá haciendo, y 2) Paul McCartney no es, evidentemente, The Beatles.
¿Por qué entonces tanto alboroto? ¿Por qué enloquecemos por otro concierto del músico, si no estamos familiarizados con toda su producción solista, por no hablar de la de los Wings?
Tal vez por nostalgia, real o ficticia, por aquello que nos tocó (o no) vivir. Tal vez estamos tan vacíos que queremos ser parte de algo histórico, como ver de cerca –o de muy lejos– a un Beatle.
Tal vez sólo queremos ser parte del fenómeno, pero no estamos tan interesados como para urgar en lo maravilloso de su obra e involucrarnos demasiado, porque tampoco hay tiempo para eso.
Lo único que queremos es estar ahí, “vivir la experiencia” para poder contarla un día, como quien cuenta que pescó un pez gordo o escaló una montaña, pero nada más.
¿Y la música? La próxima semana hablaremos de la música de Paul McCartney.
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