
María Merioma
“La vida es aleatoria: pero, ah, cómo nos gustan las historias. Estamos desesperados por encontrar un sentido. Así que vinculamos las cosas de forma que parezca que hacen justo eso. Para que nos cuenten una historia. Es como ver rostros en las nubes o el contorno de figuras míticas en el cielo nocturno. Vemos esas cosas porque queremos verlas. Proyectamos un significado o forma o un sentido a nuestro entorno inmediato porque nos hace sentir mejor. Y podemos usar lo que sea para encontrar nuestra «dosis de sentido»” (Cocker, 2022: 239).
Posiblemente todos –excepto los neuróticos del orden– tenemos un lugar al que van a dar un montón de objetos inservibles que, por algún motivo, no nos atrevemos a tirar a la basura. El sitio de Jarvis Cocker es un desván y los objetos que guardó en él desde su infancia los utiliza en este relato autobiográfico para darle sentido a los recuerdos de viejos juguetes, bosquejos de la primera idea que tuvo de Pulp, regalos de viejos amores, fotografías familiares… y otras tantas cosas que se cuentan en decenas, para las que decidió que era el momento de conservar (bueno) o tirar (malo).
Es un libro ineludible para los fans de Pulp o de Cocker, por supuesto, pero también es interesante para los amantes de la generación musical de los 70 y los 80 surgida en Inglaterra, porque cuenta cómo se movía la escena en la que persiguió ferozmente convertirse en una estrella pop.
Y con pop se refiere a lo mismo que defendemos en LaPopLife como principio: lo popular es lo que llega a un gran número de personas (a veces masivo, otras un poco más reducido), pero no se limita a un estilo musical encasillado en lo comercial o prefabricado.

Así Jarvis Cocker defiende que, incluso, el movimiento punk en algún momento fue pop, porque fue ganando asiduos que lo volvieron algo popular, aunque fuera en un sentido contracultural.
Otro nicho en el que Pop bueno, pop malo entraría en la categoría de “conservar” es el de los interesados en la perspectiva de un joven músico sobre la coyuntura política y social de Gran Bretaña en los 80 y los 90. Aunque para ello tengan que consumir datos autobiográficos de un personaje artístico que no les interese en lo más mínimo (tirar), porque cuenta la cotidianidad de la vida en el entorno de Thatcher, la crisis, el desempleo, etc. y la recuperación del país.
El recorrido por los juguetes, fotografías, objetos relacionados con la música –una radio, pases para conciertos, carteles, discos, casetes…–, libretas, cuadernos de colegio, hojas sueltas y hasta el empaque de un jabón que le sirve para explicar lo poco amante de los cambios que es, lo hace en una secuencia más o menos organizada que le da sentido a su historia como músico y como conductor de un programa de radio.
Además, en ambos tuvo la oportunidad de coincidir con otros personajes del mundo de la música de los que habla con respeto y, en ocasiones, con extrema admiración.