FOTO: gladyspalmera.com
Una de las mayores coleccionistas de música latina del mundo no es latina, sino española. Vaya, con el imperialismo hemos topado. Pero no se alarmen todavía, pues en la figura de Alejandra Fierro Eleta, la mujer que se esconde detrás de Gladys Palmera, hay muchos logros culturales y sociales que poner sobre el pedestal.
Además de los casi cincuenta mil discos de ritmos tropicales y canción hispana que acumula, Alejandra es la dueña y señora de Radio Gladys Palmera, la emisora digital más excitante de España. Además, en Panamá -su segunda casa- ha iniciado el proyecto La Escuelita del Ritmo, una academia de música y asociación cultural para los niños y niñas de Portobelo.
Todo esto sin olvidar su condición de mujer, una rara avis entre tanto -como ella misma describe- “caballero apasionado” de la música y la acción social. La visión femenina (y feminista) de su colección se traduce en que un gran lote está formado por voces mujeriles de la canción en español: La Lupe, Celeste Mendoza, Olga Guillot, Toña La Negra, Elvira Ríos o María Teresa Vera. Todo esto sin olvidar su papel de mujer emprendedora y gestora ejemplar, anteponiendo los ideales de difusión cultural frente a la mezquina búsqueda del beneficio.
La pasión de esta madrileña por los sonidos de su lado contrario del Atlántico se debe a los litros de sangre latina que corren por sus venas. Su padre, asturiano, emigró durante un tiempo a Latinoamérica, donde conoció a la que sería su esposa. Esta, panameña, era hermana de Carlos Eleta Almarán, el autor de “Historia de un amor”, el mil veces versionado clásico del bolero.
No es de extrañar pues que en casa de los Fierro Eleta siempre sonaran ritmos tropicales y que Gladys (el mote que le puso su hermano) se contagiara desde pequeñita de todo ese sabor latino. Cumplida la mayoría de edad, se mudó por seis meses a su tierra materna, donde comenzó, sin planificarlo, su colección de vinilos. El poeta de la salsa y el panameño más internacional tuvo el honor de ocupar el primer hueco de las estanterías que Alejandra había empezado a llenar: Rubén Blades con el álbum Metiendo Mano.
Años después, Blades también sería el primer entrevistado de Sabrosura, el programa de radio que estrenó en la España de los ochenta. Alejandra tenía claro que un espacio radiofónico para la música latina debía ser un éxito, dada la nula oferta en el dial estatal. Y no se equivocó: Sabrosura voló de Madrid al cielo, saltando de la modesta Radio Oeste a la todopoderosa Cadena COPE, desde la cual difundió su sapiencia musical para todo el país hasta entrados los noventa.
La idea de montar su propia emisora vino en 1999, poco después del final de la etapa en la COPE. Para ello, tuvo que mudarse a Barcelona, una ciudad que en esos años ya se había desmarcado de Madrid por abrir muchas más puertas al riesgo artístico. No obstante, la recién inaugurada Radio Gladys Palmera pronto abriría sede en la capital española, además de Valencia, la tercera ciudad más poblada del país. Con estos tres epicentros, la península Ibérica comenzó a temblar al ritmo del son, la salsa y las grandes voces del bolero.
El infierno de ser empresaria en España, la soga de la SGAE y la firme convicción de Alejandra de no vender su programación a ningún anunciante propició que la rentabilidad de Radio Gladys Palmera disminuyera hasta provocar su cierre. La jefa lo tenía claro: “La radio es business y yo no hago business. Lo mío es la música”. Y de este modo comenzó la rápida transición hacia el fértil terreno de internet, convirtiéndose Radio Gladys Palmera en pionera y referente de la emisión en línea del Estado español.
En muy poco tiempo, la estación amplió el espectro sonoro, recibiendo de buena gana todo género musical que huyera de la industria del entretenimiento. Así, en la radio de Alejandra Fierro se han refugiado antiguas leyendas del micrófono en España como Jesús Ordovás, cuando fue pateado de Radio Nacional de España. También acogió por un tiempo el regreso del mítico “Viaje a los Sueños Polares” de Luis Calvo (director de Elefant Records) y hasta le dieron un programa a J de Los Planetas. En la parrilla actual, el veterano periodista musical Diego A. Manrique, los cabecillas de la revista Rockdelux Santi Carrillo y Juan Cervera, la pionera del Nuevo Flamenco Martirio y la compositora chilena Camila Moreno tienen sus respectivos espacios en Radio Gladys Palmera.
Por muchas razones (los altos impuestos, la crisis económica, el machismo capitalista), el talante empresarial de Alejandra Fierro no debería obviarse. Sin embargo, parece estar ensombrecido por su reputada faceta de mecenas del disco, vertiente que reactivó en la entrada de la presente década. Y es que, cuando el avispado mercado discográfico adivinó la moda del vinilo, Gladys aprovechó la kilométrica ventaja que llevaba con respecto a los nuevos coleccionistas del mundo hipster (cegados en las grandes superficies comerciales por los lanzamientos en formato de lujo, las estudiadas ediciones limitadas y el formato 180 gramos) para ampliar con creces la ya de por sí ingente mercancía que acumulaba en su apartamento de Madrid.
Como maestra de la materia, Alejandra ha limitado sus paseos por las plataformas digitales de segunda mano para priorizar el contacto con pequeñas tiendas de discos y melómanos de todo el orbe hispanohablante. Entre sus reliquias, el arsenal latino de la madrileña cuenta con vinilos que se fabricaron casi exclusivamente para las vitrolas de los bares de La Habana y cuyas tiradas no pasaron de las cincuenta copias. Además, incunables como Gilda y Rolando Columbié (pianista eventual de Beny Moré) o divas casi desconocidas de la canción cubana y mexicana completan parte del repertorio de Gladys.
Su pequeño museo -que ya anunció que heredará a la escuela de música Berkeley a cambio de que la prestigiosa institución de Boston otorgue becas a niños panameños- se divide en cuatro secciones principales: la ya comentada de mujeres latinas, el cubanismo, la salsa y un sector dominado por el CD y más centrado en el jazz.
Su ejemplaridad mercadotécnica al frente de la radio, su labor social por la cultura panameña, su intencionada o no reivindicación feminista y su desmesurado amor por la música convierten a Alejandra Fierro/Gladys Palmera en una suerte de Teresa de Calcuta del arte y la cultura popular latina. Pasará a la historia (si es que no lo ha hecho).