ALEX CASTRO
Franz Ferdinand ya era un grupo a punto del colapso creativo. Desde su disco debut de hace once años, y con el que sorprendieron a medio mundo en pleno redescubrimiento del rock bailable, cada nuevo disco de la banda era menos atractivo que el anterior.
Esa fue una constante en la carrera de FF durante toda la década pasada, hasta que hace dos años llegó Right Thoughts, Right Words, Right Action, un disco que a mi juicio ya era insostenible de tan gris, previsible y aburrido. Así que de entrada, la idea de que FF se reunieran con los geniecillos norteamericanos de Sparks para hacer un disco ya significaba la posibilidad de un salvavidas creativo para Alex Kapranos y los suyos.
Ahora bien, sabemos que las fórmulas del “supergrupo” o dreamteam en donde se reúnen varios talentos con un solo propósito no siempre arrojan resultados favorables. De hecho, frecuentemente se quedan en lo anecdótico, cuando no en tremendos Frankenstein, como le sucedió hace unos años al desaparecido Lou Reed con Metallica.
Así que la reunión de Franz Ferdinand con Sparks tampoco era garantía de algo. Había que esperar a escuchar el disco completo y saber quién puso las condiciones, quién dirigió el barco, quién escogió la ruta, etcétera. Y por fortuna fueron los señores de Sparks quienes tomaron el mando del asunto, y los integrantes de FF básicamente se subieron a co-conducir la nave, como correspondía al trabajar con una leyenda viviente, como es Sparks.
O al menos eso es lo que se escucha en este disco, también titulado simplemente FFS. Prácticamente estamos frente a otro disco de Sparks, donde destacan sus finas melodías, sus clásicos coros, sus teclados y hasta algo de su dramatismo, aderezado con las voces de los FF que de vez en cuando salen a relucir, pero nunca a ser protagonistas de verdad.
De hecho, de los 16 tracks que componen el disco solo uno parece más de FF que de Sparks: “King of the Song”, el único corte en el que además de las voces también se escuchan los característicos riffs de guitarra de los escoceses… Bien por la humildad de FF. Qué bueno que Kapranos y sus muchachos no intentaron imponerse a la leyenda de sus actuales compañeros de disco y gira, entendiendo que la protagonista siempre debe ser la canción, y no sus autores.
ENTONCES… ¿QUIÉN LE HACE UN FAVOR A QUIÉN?
Obviamente, Sparks le inyecta una enorme dosis de frescura y creatividad a FF, ayudándolos de paso a volver a tener en los anaqueles un buen disco, o por lo menos algo diferente dentro de su trayectoria, que vaya que les urgía… Y bueno, siendo justos, FF también le ayuda a Sparks a llegar a más oídos, no solo por el hecho de que involucran su nombre en este proyecto, sino porque lo distribuye una trasnacional, cosa que no está nada mal.
El disco está muy bien, pero todo este numerito servirá, sobre todo, si después de escuchar el disco los seguidores de FF hurgan en la riquísima carrera de Sparks y descubren la joyita que sus ídolos se traen entre manos.
Así sea.
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