ALEX CASTRO
Feist volvió a la Ciudad de México, en esta ocasión al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, edificio icónico de esta capital, que por su capacidad reducida garantizaba la intimidad necesaria para el caso.
Ante un recinto que no se llenó -aunque ni falta hizo- la canadiense deleitó a sus seguidores con un set que comprendió primeramente todas las canciones de su nueva producción Pleasure, en el mismo orden del disco.
Luego de una primera parte en la que planteó un ambiente íntimo y sosegado, siempre con excelente calidad sonora, Leslie Feist cambió su guitarra de palo por una eléctrica y pidió a los asistentes que se sacudieran el letargo.
No sucedió. Pero la gente se mostraba satisfecha por escuchar desde sus butacas canciones nuevas como “Any Party”, “A Man Is Not His Song” y “Century”, con la que finalmente todos -incluso el reportero que dormía plácidamente a unos metros de mí, se despertaron por completo.
En varias de sus intervenciones la artista intentó comunicarse en español con el público, que por momentos le ayudó a completar las frases que quería transmitir en esta lengua, como “sueños perdidos” -en referencia a la canción del mismo nombre o “hermanas”, cuando se dirigió a todas las mujeres del lugar.
Después de más de una hora en la que se intercalaron momentos pop, rock, folk y hasta blues, la artista, ataviada con vestido rojo y visiblemente contenta y llena de energía, pidió a los asistentes que aunque se encontraran en un teatro tan elegante como este, se pusieran de pie de una vez por todas y se movieran para la que sería la última parte del concierto y la más emotiva.