JUAN DE LA SERNA
The End es el título del último material de la legendaria banda Black Sabbath.
Lanzado a finales de enero, este EP contiene cuatro canciones inéditas grabadas en las sesiones de 13, que son una suerte de lados B que no lograron quedar en el disco anterior, pero que son lo suficientemente completas como para tener un espacio en forma de extended play.
De otra manera, el disco funciona como una documentación de estas canciones en vivo, y aunque la idea de esta dualidad es buena, yo hubiera preferido un material completamente dedicado a sus últimas presentaciones en directo.
¿Qué podemos esperar de este EP? Básicamente lo mismo que Sabbath llevando haciendo desde sus mejores años: riffs, canciones lentas y pesadas que están a la altura de cualquier otro lanzamiento de Sabbath.
Como seguidor de la banda puedo decir que sus mejores discos ocurrieron entre 1970 y 1975. De ahí en adelante tomaron otro rumbo, principalmente por el cambio de vocalistas, así que 13 junto con The End son lanzamientos pensados aunque no exclusivos para el tipo de seguidores que amaban la primera época del grupo, para aquellos que estrictamente opinamos que después del Vol.4 todos los mejores riffs de guitarra ya habían sido escritos por Tony Iommi, y que después de eso todo sería un reciclaje.
Al igual que en su último material, cuentan aquí con la magistral mano de Rick Rubin en la producción, lo cual desde hace algunos años y con el regreso de Ozzy Osbourne (primer vocalista de la banda), nos indica que a diferencia de otras producciones de Sabbath, este disco sí estaba pensado para ser un éxito comercial, ya que esa es la especialidad de Rubin.
Algo que es interesante de este EP es que sólo se estaba vendiendo de manera exclusiva en los conciertos de la última gira de Sabbath, también llamada The End, cosa que le da cierto valor, viéndolo desde el punto de vista del coleccionista.
Aparentemente Black Sabbath se retira de los escenarios con esta gira y este último disco, y digo aparentemente porque siempre existen ciertos intereses económicos que pueden reunir prácticamente a cualquier banda después de ciertos años, caso concreto: Led Zeppelin.
Aunque el regreso de Ozzy significaba el entusiasmo de mucho seguidores de esa determinada época de Sabbath, también creo que es momento de terminar ese ciclo, porque nada de lo nuevo que saliera podría superar esos discos clásicos. Es bueno ver que una de las bandas más importantes e influyentes del rock termina su carrera con la cabeza en alto y con un muy buen disco.
Ojalá que estos últimos lanzamientos sirvan a las nuevas generaciones, desprovistas de héroes contemporáneos, como referente para entender el presente de la música para crear una proyección de lo que viene.
No necesitamos otro Black Sabbath, pero sí otra banda que haga lo que ellos hicieron por la música en su momento y pronto. Larga vida a la banda que perfeccionó el metal como lo conocemos.