ESTEBAN CISNEROS • Ni los ochentas fueron tan horribles como te dicen que fueron, ni hipster es lo que te han querido hacer creer. Tira tus prejuicios al cesto de una vez por todas.
I
Dos prejuicios molestitos: 1) Los ochentas fueron los ochentas que VH1 dice que fueron, llenos de inmundicia y zafiedad. 2) Hipster es un cateto imbécil molesto que como no se encuentra en el mundo se cubre de presunción, arrogancia y memez. Y que, además, usa lentes de pasta, anda en reluciente bicicleta y gusta de series vomitivas de Chuck Lorre.
¿Sabes algo? La broma está en ti, porque te has creído cosas que no son. Te han alimentado a la fuerza de un discurso hecho de boñiga y te lo has comido creyendo que era la Próxima Cosa Grande.
II
1) Los 80 fueron una época grandiosa como cualquier otra época del ser humano. ¿Dio esperpentos espeluznantes? Sí. ¿Más que otras épocas? No. Cómete tus años 60 con sus abominables reyes lagartos y brujas cósmicas, que nos han vendido como La Gran Verdad cuando ni ellos se entendían. Apaga la tele. Apaga la radio. Enciende tu cabeza de una vez por todas.
2) Hipster es una de las palabras más bonitas en todos los idiomas. Borra esa imagen purgante de tu cabeza, por lo que más quieras. Hip era, en su acepción original, aquel que iba hacia adelante, “avanzar y aprender”, beatnik, lujurioso, obcecado por la luz de la maldita belleza, modernista, Baudelairesco, dandi entre basura. El avanzado, el sabio, el que lo ha visto todo y, sin arrogancia, sabe decirle al mundo que hay más cosas para ver si están dispuestos a tomar la carretera (real o metafórica, qué más da.) Hipster es una palabra bellísima. Si la pronuncias pienso en Kerouac y Ginsberg y Coltrane y Ornette y Thelonious y Mingus y Moncure March y los Hermanos Marx y los Panteras Negras y en pulcritud y en Cocteau y en dadá…
III
Deacon Blue es un nombre que, seguramente, no te dice mucho si lo traemos a una conversación. Tuvieron algunos éxitos gigantescos en los ochentas y fueron grandes consentidos de John Peel: escoceses, arrogantes, anoraks, otoñales, estridentes, llenos de esas referencias cruzadas. Hermosos perdedores.
Deacon Blue, cuyo nombre sale de una canción de Steely Dan, son lo más representativo de los años ochenta, aunque no lo diga VH1: alienados, elegantes, modernos, latentes, sensibles y convincentes. Y, claro, como todo lo genuino, desaparecieron por una o por otra. Pero como Dexys y algunos otros tercos, han regresado con un disco que va a volar cabezas y que, además, se llama The Hipsters. Y hacen honor al nombre, a esa palabra hermosa y llena de significado. Es la palabra que describe a los que van a cambiar al mundo.
No a los catetos. No a esos.
Deacon Blue importa. Deacon Blue para una vida mejor. The Hipsters. Hermosas palabras. Hermosa combinación. Tira tus prejuicios al cesto. Hazlos puré. Báilalos. Échalos fuera.
C/S.
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