ALEX CASTRO
Bowie nos la volvió a hacer. El hombre nos engañó con maestría, por lo menos a quienes ya le habíamos perdido la fe.
Primero, el artista aventó por delante un sencillo (“Where Are We Now?”) que daba pistas engañosas, pues se trataba de la canción más floja del disco. Y para rematar, publicando una portada autorreferencial que los escépticos podíamos interpretar como escasez de creatividad.
¿Y luego? Pues que nos reservó para después lo mejor del disco, quizá como una movida inteligente de ir de menos a más.
El material inicia con la canción homónima del mismo, que aunque da pocas pistas, ya muestra un buen panorama. Le sigue “Dirty Boys”, con un sax barítono que nos da la bienvenida de regreso a ese art rock que el propio Bowie ayudó a cimentar hace mucho.
El interés aumenta, basta de insinuaciones. Desde los primeros acordes de “The Stars (Are Out Tonight)” ya está más que claro que estamos ante un buen regreso. Sax, clarinete y cuerdas que confabulan para un segundo sencillo redondo, mucho mejor que el anterior.
Poco a poco empiezan a brotar los trucos pop, realizados con maestría, pero sin prepotencia. Los bajos vibrantes, las palmadas y los pasajes que nos recuerdan a algunos de los mejores momentos de este genio que ahora se disfraza de hombre maduro que va por la vida sin disfraz.
Y es que Bowie no viene solo; lo escoltan su compañero de mil batallas –ganadas y perdidas– Tony Visconti, además de músicos de gran reputación, como los bajistas Tony Levin y Gail Ann Dorsey y los guitarros Earl Slick y David Torn.
“Love is Lost” deja oír matices más sombríos y ásperos, con su teclado y sus percusiones más pausadas, recordándonos al disco solista de David Lynch (con quien de hecho Bowie ha trabajado en proyectos como la música de Lost Highway).
La balada “Where Are We Now?” me sigue pareciendo la más floja del disco; ya no me aburre tanto como cuando la escuché por vez primera; incluso me parece que cumple con su cometido de ser un puente dentro del disco.
Visconti asegura que Bowie escogió este track como primer sencillo porque su naturaleza introspectiva era lo mejor para que la gente digiriera su regreso, después de diez años de ausencia. Como si hiciera falta.
El mood vuelve a levantar gradualmente con“Valentine’s Day” que sólo confirma la maestría de quien no pierde la capacidad de asombrar, utilizando las herramientas de costumbre. “I’d Rather Be High”, que habla de la historia de un soldado de la Segunda Guerra Mundial, también hace mucho con poco: bajo, batería y una línea melódica de guitarra que es como una ráfaga de viento fresco en tu cara.
“Dancing Out In Space”tampoco está nada mal; se mantiene arriba y optimista, casi como esperando que la descubra Billy Elliot. Por momentos éste parece un disco inédito que Bowie no publicó en los ochentas. Pero no uno de retazos, sino de canciones efectivas, contundentes, a medio camino entre el pop y la vanguardia. Imposible no pensar en “China Girl”.
“(You Will) Set the World On Fire” es otra muestra del pop más fino, con sus riffs y sus coros que te hacen querer subirle a tope y cantar. Porque de eso se trata todo. Luego, volvemos a la balada con “You Feel So Lonely You Could Die”, que es como un vals ataviado un arreglo de cuerdas impecable; la envidia del croonertrasnochado de tu preferencia.
El cierre tampoco defrauda, faltaba más. “Heat” es la más intensa del disco, con sus devaneos entre el caos y la guitarra de palo que sigue llamando al Major Tom.
Yo ya le había perdido la fe a Bowie porque sus últimas tres referencias (Hours,Heathen y Reality) fueron bastante regulares; discos que para cualquier otro artista serían buenos, pero no para la estrella pop con más reputación sobre la tierra, no para quien es respetado por punks y semidioses del género por igual.
Pero estamos ante un regreso en grande. Un trabajo lleno de belleza, intensidad y energía que remite al Bowie clásico, pero que también apunta a nuevas direcciones.
The Next Day será un nuevo clásico, pero antes se irá directo a la batalla por lo mejor del año. Y a ver quién es el guapo que aspira a competirle.
SOBRE LA GRABACIÓN DE THE NEXT DAY
Aunque la grabación de este material le tomó a Bowie y compañía dos años, las sesiones de grabación fueron tan esporádicas que el propio Visconti considera que sólo pasaron unos tres meses completos trabajando.
El productor recuerda que todo comenzó con una sesión de una semana en la que Sterling Campbell (batería), David (teclados), Gerry Leonard (guitarra) y él (bajo) esbozaron las estructuras de una docena de canciones sin letras, títulos ni melodías, mismas que Bowie se llevó a casa sin volver a dar señales de vida durante meses, luego de los cuales volvió para empezar a grabar, una vez que estaba seguro de ir en la dirección correcta.
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